El papa Francisco llega a Papúa Nueva Guinea, segunda etapa de su gira por Asia y el Pacífico
Por aire, mar o a pie, miles de creyentes se trasladaron para ver al sumo pontífice. Es la tercera vez que un Papa visita este país de 12 millones de habitantes, mayoritariamente cristianos.
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Miles de creyentes se trasladaron para ver al jesuita argentino
Por aire, mar o a pie, los peregrinos viajaron a la capital para ver al papa. En Puerto Moresby, las calles, otrora polvorientas, fueron adecentadas y decoradas con los banderines amarillos y blancos de la Santa Sede.
Misión complicada para el papa
Antes de Francisco, Papúa Nueva Guinea recibió la visita de otro papa, Juan Pablo II, en 1984 y 1995. Alrededor del 98% de la población es cristiana, en su mayoría protestante, aunque mezclada con numerosos ritos indígenas. Entre los cristianos, un 25% son católicos.
El primer ministro, James Marape, hijo de un predicador adventista del séptimo día y que raras veces responde al teléfono los sábados, día del sabbat, es un ejemplo de esta mezcolanza. Marape también es uno de los jefes del pueblo Huli, una de las mayores tribus de las Tierras Altas de Papúa Nueva Guinea. A veces engalanado con la indumentaria ceremonial de su pueblo, que incluye una emblemática peluca ornamentada con plumas, el mandatario asegura que el cristianismo es la religión que mejor define a su país.
La Constitución establece que se deben proteger las «nobles tradiciones y los principios cristianos». La visita del papa podría reimpulsar el debate sobre la revisión de la Carta Magna, para hacer de Papúa Nueva Guinea un Estado oficialmente cristiano.
Sin embargo, la iniciativa podría revelarse complicada, advierten los observadores, pues elegir una Iglesia entre todas las confesiones existentes podría desatar tensiones entre los grupos cristianos. Asimismo, el viaje del papa podría acelerar la primera canonización de un papú, Peter Torot, un misionario abatido por el ejército de ocupación japonés durante la Segunda Guerra Mundial.
Para muchos habitantes, las iglesias, de cualquier confesión, palían las carencias del Estado proporcionando atención sanitaria, educación y ayudas sociales.
El papa también podría reiterar sus llamados para la defensa del medioambiente, en un país marcado por la deforestación.
Un gran desafío físico
Francisco ha visitado varias veces países de mayoría musulmana, como Irak, Baréin, Turquía o Marruecos, y en 2019 firmó en Abu Dabi un documento sobre la fraternidad humana con el gran imán de la universidad Al Azhar. Se trata del viaje número 45 del papa argentino al exterior. Inicialmente estaba previsto en 2020 pero fue aplazado por la pandemia.
El líder de los 1.300 millones de católicos, que cumplirá 88 años en diciembre, se sometió en 2023 a una importante operación abdominal y ha sufrido varias infecciones respiratorias. Solo puede moverse en silla de ruedas o con la ayuda de un bastón. A pesar del esfuerzo físico que le supondrá esta gira, con 16 discursos previstos, siete vuelos y hasta ocho horas de desfase horario, el Vaticano dijo que le acompañará el mismo dispositivo médico que hasta ahora, formado por un médico y dos enfermeras.
Cómo continúa su viaje
La gira de Francisco, la más larga y lejana de su papado, continuará en Timor Oriental del 9 al 11 de septiembre y en Singapur, del 11 al 13.
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