Tormenta de Santa Rosa: la lluvia de hasta 130 mm en la región núcleo pone en riesgo el trigo y el maíz
La Bolsa de Comercio de Rosario advirtió sobre una ciclogénesis que puede afectar hasta 3 millones de hectáreas. El agro teme pérdidas de rindes y atrasos en la siembra que podrían afectar el ingreso de divisas.
Trigo y maíz podrían sufrir los efectos del exceso hídrico
El trigo se consolidaba hasta ahora como la foto positiva de la campaña. El 85% de los lotes en la región núcleo está en estado excelente y el 15% en buen estado, con rindes proyectados en torno a los 50 quintales por hectárea. Tras años de sequía, las lluvias del invierno habían devuelto la expectativa de una campaña récord.
La otra gran apuesta de la campaña 2025/26 es el maíz temprano. Tras años en que la falta de agua forzó a atrasar las siembras, el productor volvió a planificar septiembre como fecha central. La intención de siembra en la región núcleo subió a 1,9 millones de hectáreas, frente a 1,6 Mha el año pasado. El 92% se destinaría a fechas tempranas, lo que representa un cambio profundo en la estrategia agrícola.
Los ingenieros de Corral de Bustos celebran la posibilidad de sembrar otra vez con agua en el perfil: “Con este escenario, se vuelve a buscar potencial y a acomodar el periodo crítico en un momento menos vulnerable al estrés térmico”. Además, sembrar temprano permite acceder al precio de primicia en marzo, lo que mejora márgenes frente a la soja.
El problema es que la maquinaria necesita piso para entrar a los lotes, y en el este la situación ya es crítica. La entidad rosarina recuerda que en el centro norte bonaerense hay 1 millón de hectáreas anegadas y 2 millones afectadas. Una demora en la siembra no solo comprometería el rinde potencial, sino también el calendario de exportaciones. Si el maíz no se siembra en tiempo y forma, parte de la oferta prevista para marzo y abril podría correrse hacia mediados de año, afectando la curva de ingreso de divisas.
Septiembre (por las lluvias) puede definir el año económico
Al día de hoy el mapa hídrico muestra dos realidades. En el oeste de la región núcleo, donde los acumulados anuales son menores a 700 mm, los productores celebran la chance de volver a un esquema productivo “normal”. En Corral de Bustos destacan que “hacía años que no se podía sembrar maíz temprano”. Incluso algunos evalúan esquemas de maíz sobre trigo, algo que solo es posible con perfiles cargados.
En el este, en cambio, los lotes no soportan más agua. Con apenas 20 mm adicionales, se activan riesgos de pérdidas de plantas de trigo y retrasos de siembra. Esa franja concentra un volumen clave de producción y es donde el impacto económico sería más fuerte.
Si las lluvias de Santa Rosa se convierten en un evento extremo, los daños no se medirán solo en rindes. También podrían alterar el flujo de exportaciones, retrasar liquidaciones y generar un bache en el ingreso de dólares ya que el aporte del complejo trigo-maíz es determinante.
Detrás de cada hectárea anegada no solo está el esfuerzo de un productor, sino también la expectativa de un país que cuenta con los recursos que genera el campo, por eso la tormenta de Santa Rosa, más que un fenómeno climático, puede convertirse en un factor económico central en la recta final de 2025.

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