Solo hijos y nietos de italianos podrán acceder a la ciudadanía
Según la nueva normativa únicamente descendientes de primera o segunda generación podrán iniciar el trámite de forma directa.

Una reciente decisión del gobierno italiano generó preocupación entre los miles de argentinos que buscaban obtener la ciudadanía para instalarse en Europa. Es que, a pesar de su cercanía con el presidente Javier Milei, la primera Giorgia Meloni aprobó un nuevo decreto que modifica los requisitos para acceder a la ciudadanía por descendencia, lo que marca el fin del proceso considerado hasta ahora como relativamente accesible.
La nueva normativa elimina la posibilidad de acceder a la ciudadanía por bisabuelos, una práctica común entre los argentinos que apelaban al ius sanguinis para obtener el pasaporte europeo.
Según datos oficiales, más de 30.000 argentinos obtuvieron la ciudadanía italiana en 2024, aprovechando un sistema que ahora queda limitado solo a hijos y nietos de italianos nacidos en Italia.
Hasta el momento, la ley permitía que descendientes de italianos -incluso de tercera o cuarta generación- pudieran gestionar su ciudadanía a través del principio de “ius sanguinis”, es decir, el derecho por vínculo de sangre. Sin embargo, con esta nueva medida, el panorama cambia drásticamente.
Con la nueva normativa, el acceso automático a la ciudadanía italiana queda limitado únicamente a quienes tengan padres o abuelos nacidos en Italia. En otras palabras, solo los descendientes de primera o segunda generación podrán iniciar el trámite de forma directa. Sin lugar a dudas, la decisión implica un cambio significativo respecto a la ley de 1992, que permitía a muchos argentinos acceder al pasaporte europeo por tener un tatarabuelo italiano.
El Consejo de Ministros italiano, con el aval de Meloni, aprobó esta modificación con el argumento de evitar “abusos” y la supuesta “comercialización” del pasaporte europeo. Antonio Tajani, canciller y vicepresidente, expresó que “la nacionalidad debe ser una cosa seria” y anticipó que podrían sumarse nuevas exigencias como el conocimiento del idioma, la cultura italiana y la residencia efectiva en el país.
La reforma pone fin a la vía abierta para los descendientes de los millones de inmigrantes que llegaron a la Argentina durante el siglo XX, especialmente tras la posguerra. Según estimaciones, más del 60% de los argentinos tiene al menos un antepasado italiano.
Con oficinas consulares desbordadas y turnos que superan los diez años de espera, el gobierno italiano argumenta que era necesario modernizar el sistema, pero la decisión deja a muchos sin chances de iniciar el trámite.
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