¿Qué significa procrastinar y por qué puede convertirse en un hábito?

Posponer tareas importantes es una conducta común que, a largo plazo, puede generar ansiedad y estrés. Entender las causas subyacentes es clave para superar este comportamiento y evitar que se repita en el futuro.

 

Posponer tareas importantes es una conducta común que, a largo plazo, puede generar ansiedad y estrés. Entender las causas subyacentes es clave para superar este comportamiento y evitar que se repita en el futuro.

Puede manifestarse de diversas formas, y sus ejemplos son tan variados como las personas que la experimentan: posponer la entrega de informes importantes, dejar para último momento el estudio para un examen académico, evitar comenzar proyectos grandes y complejos, entre otras.

Se suele presentar en actos aparentemente inofensivos, como distraerse con redes sociales, realizar tareas menores que no son urgentes, o reorganizar el espacio de trabajo en lugar de abordar la labor pendiente.

Cada uno de estos comportamientos que generan una sensación de alivio momentáneo pueden parecer productivos, pero en realidad contribuyen a la presión creciente por cumplir con plazos inminentes y a la ansiedad a largo plazo. Esto puede afectar no solo el rendimiento laboral o académico, sino también el equilibrio personal.

¿Qué es la procrastinación?

Según expertos del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid, “la procrastinación es la acción o hábito de retrasar actividades o situaciones que deben atenderse, sustituyéndolas por otras situaciones más irrelevantes o agradables”.

Eso significa que se decide postergar una tarea que genera descontento y, en cambio, se realizan acciones menos urgentes, pero que causan cierto bienestar.

¿Por qué procrastino?

Las causas pueden ser varias según cada persona y el trabajo a realizar. Por un lado existe el miedo al fracaso, las inseguridades y la ansiedad que genera la idea de fallar. Esto puede generar la postergación de la tarea que causa esos sentimientos.

La psicóloga y escritora Beatriz Goldberg, especialista en crisis individuales y de pareja, comentó en Infobae que “los temores para avanzar inhiben y hacen postergar, porque en el fondo uno tiene muchos miedos. Miedos para avanzar. La procrastinación es tirar para adelante una acción, aparentemente con fines conscientes o inconscientes. Siempre vas a encontrar excusas para retrasar una acción: porque no se puede, porque no es el momento. A veces son situaciones externas y a veces son internas”.

Por otro lado, la falta de motivación, que la acción a realizar no sea placentera, el no tener objetivos claros y no saber distinguir la mejor manera de empezar también pueden ser motivos de la procrastinación, según explican desde en Centro de Recursos Académicos de la Universidad de Harvard. Es importante saber reconocer la razón para poder lograr un abordaje más efectivo y modificar la manera de encarar las tareas frustrantes.

Además, en el momento en el que se evaden las sensaciones negativas que evoca la tarea a realizar, se siente un alivio temporal que, a su vez, alimenta las motivaciones para no llevar a cabo la acción, similar a una “recompensa”. Si no se rompe el círculo vicioso, puede continuar y repetirse en el tiempo, lo que afecta seriamente al rendimiento y al estado anímico. Esto puede tener consecuencias físicas, ya que el organismo somatiza el estrés.

En un estudio, especialistas en psicología concluyeron que “la procrastinación puede entenderse mejor como una forma de falla de autorregulación que implica la primacía de la reparación del estado de ánimo a corto plazo y la regulación de las emociones sobre la búsqueda a largo plazo de las acciones previstas”.

Esto también sucede ya que, según manifestó el psicólogo Hal Hershfield en una charla TED, las personas perciben a su “yo” del futuro como si fuese otra persona, y sus necesidades se consideran menos urgentes que los requerimientos actuales. Por eso, tienden a buscar la satisfacción inmediata antes que un alivio posterior.

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