Preocupación por el aumento de peleas juveniles: el alcohol, el detonante detrás de la violencia en San Juan

La psicóloga Mariela Serra advirtió que muchos adolescentes llegan ebrios a los boliches y actúan sin control, impulsados por la presión del grupo y la falta de límites.

El incremento de los hechos de violencia protagonizados por adolescentes en fiestas y boliches de San Juan encendió las alarmas entre autoridades y especialistas. En los últimos meses, los reportes policiales dan cuenta de más peleas y disturbios, y el denominador común, según los expertos, es el abuso de alcohol.

La psicóloga Mariela Serra explicó que el consumo previo a las salidas —las llamadas “previas”— es el punto de partida del problema. “Los chicos no solo beben dentro del boliche: llegan ya alcoholizados. Al estar ebrios, pierden control de sus impulsos y no miden las consecuencias de sus actos”, advirtió.

Serra señaló que el exceso de alcohol provoca una pérdida del “freno inhibitorio”, lo que dispara reacciones impulsivas ante provocaciones mínimas. “Bajo los efectos del alcohol, cualquier chiste o empujón puede terminar en una pelea violenta. Además, la influencia del grupo potencia el conflicto: cuando uno se siente agredido, los demás reaccionan por impulso colectivo”, explicó.

La especialista subrayó también los riesgos físicos de estos episodios. “Un adolescente alcoholizado no tiene reflejos ni coordinación para defenderse. Un golpe o el uso de objetos como botellas puede derivar en lesiones graves. Por eso es fundamental que los locales controlen el estado en que ingresan los jóvenes”, sostuvo.

Más allá de los efectos inmediatos, Serra remarcó que la raíz del problema está en la falta de límites. “La adolescencia es una etapa de desafío y búsqueda de pertenencia, pero si los padres no intervienen, los riesgos se multiplican. Si un chico hace la previa en casa y ya está borracho, no puede salir. Hay una responsabilidad adulta que no puede eludirse”, señaló.

Otro dato preocupante, según la psicóloga, es la baja en la edad de inicio del consumo. “Antes empezaban a beber a los 17; ahora vemos chicos de 12 o 13 años. Eso genera dependencia temprana y normaliza el consumo como parte del ocio”, afirmó.

Además, alertó sobre el impacto de las redes sociales, que amplifican las consecuencias. “Cuando un adolescente pierde la conciencia, puede ser víctima de abusos o quedar expuesto a burlas. Muchos de esos episodios se graban y se viralizan, generando una segunda forma de violencia: el bullying digital”, explicó.

Finalmente, Serra consideró que el problema debe abordarse de forma integral, combinando educación, control y contención. “Hay que enseñarles que se puede disfrutar sin perder el control. Si se les permite transgredir sin consecuencias, los límites desaparecen y los excesos se repiten. La prevención empieza en casa, pero debe sostenerse con políticas públicas y presencia del Estado”, concluyó.

Op: Juan Llarena

Los comentarios están cerrados.