Peligros de la gimnasia artística: los peores accidentes de la historia de una de las disciplinadas más populares en los Juegos Olímpicos
Esta disciplina ha tenido que prohibir ciertos movimientos a lo largo de los años para proteger a los deportistas
Uno de los eventos favoritos de los aficionados de los Juegos Olímpicos es, sin duda, la gimnasia. No obstante, este deporte conlleva muchos riesgos físicos y mentales. Los saltos por encima de los dos metros de altura, los giros imposibles en las asimétricas o las piruetas sobre el tapiz sitúan a los atletas en una posición muy vulnerable.
La gimnasia artística ha dado a muchos de los deportistas olímpicos más destacados, pero también se ha llevado por delante a muchas promesas. En una disciplina donde la técnica y la concentración lo son todo. La distancia entre el éxito y la tragedia puede estar en unos milímetros.
Al hablar de este deporte, el nombre de Nadia Comăneci es uno de los imprescindibles. La rumana reinó en Montreal 1976 y en Moscú 1980. La gimnasta logró el primer 10 de la historia y se colgó cinco medallas de oro. En aquella época pareció que nadie podía quitarle la corona, pero sí que existió otra gimnasta que le hizo sombra.
Un sueño truncado
Elena Mukhine fue una de las grandes gimnastas internacionales, sin embargo, decidió arriesgarse demasiado. Su historia supuso un punto de inflexión en su deporte, que derivó en un cambio en la normativa para garantizar la seguridad de los atletas.
En aquella época el dominio rumano comenzaba a surgir gracias a Nadia Comăneci. Rusia estaba perdiendo su corona, por lo que tenían que buscar a la siguiente estrella de la gimnasia. El entrenador Mikhail Klimenko se fijó en ella, pese a que Mukhine solo practicaba esta disciplina como hobby.
Klimenko había dirigido el equipo soviético masculino, lo que acabó siendo la ruina de la joven deportista. Comenzó a realizar ejercicios destinados, originalmente, a los hombres. No obstante, en 1979, a un año de los Juegos Olímpicos de Moscú, la exigencia rusa le costó muy caro a Mukhine.
Antes del Mundial de 1979 se rompió la pierna, sin embargo, la lucha con Rumanía no frenó. La federación rusa ignoró las recomendaciones médicas y obligaron a la atleta a entrenar para estar a punto para las Olimpiadas. Klimenko decidió incorporar más complejidad a su ejercicio, concretamente con el salto Thomas.
Durante un entrenamiento, y sin estar todavía recuperada, la rusa cayó sobre el mentón y se rompió el cuello. El resultado fue terrible: quedo cuadripléjica. Con 19 años, su carrera, y su vida, habían cambiado completamente. “No estaba física ni psicológicamente lista. Fue un accidente que pudo haberse anticipado”, comentó en 1991 en el documental Más que un juego.
No es la única
En la actualidad es más complicado que sucedan estos accidentes. El objetivo es proteger a los gimnastas, por lo que diversos movimientos se han prohibido. El salto Thomas dejó de ser legal en 2017 para los hombres y, previamente, lo habían descartado para las mujeres.
En 1998, la gimnasta china Sang Lan también se quedó paralizada tras una caída durante el calentamiento en los Juegos de la Amistad de Nueva York. Mientras practicaba los saltos, aterrizó con la cabeza en vez de caer de pie. Esto le provocó la rotura de la médula espinal y dos vértebras.
Más recientemente, en 2019, una gimnasta amateur estuvo a punto de unirse a esta trágica lista. Durante su rutina en las barras asimétricas, no pudo reengancharse a la madera y se golpeó el mentón. La joven cayó de rodillas a la colchoneta hasta que llegó su entrenadora.
Samantha Cerio, gimnasta universitaria norteamericana, se fracturó la tibia y el peroné de ambas piernas, además de diversos ligamentos de las dos rodillas. La deportista se encontraba realizando su rutina de suelo en un campeonato de la NCAA.
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