Pedro Sánchez entregó la Alcaldía de Pamplona a gente de EH Bildu a cambio de que apoyen su presidencia

En la noche electoral del 23 de julio, una vez finalizado el recuento de los sufragios, los líderes del Partido Popular salieron al balcón de su sede en Madrid para celebrar la victoria junto a sus seguidores en la calle. Los resultados habían sido menores a los esperados y les faltaban tan solo 5 escaños para lograr la mayoría absoluta junto al resto de fuerzas de la derecha pero, en todo caso, seguían siendo el partido más votado con amplia diferencia.

Todo el mundo daba por entendido que el PSOE, con 16 escaños menos, no tendría más opción que pactar con el PP o en última instancia apoyar la investidura de Núñez Feijoo. ¿Cómo iba Sánchez a actuar en contra de todo lo dicho y prometido en campaña y aliarse con los filoterroristas de Bildu y los golpistas independentistas catalanes, concediéndoles cosas que, según él mismo hasta hacia apenas unas horas, eran inconstitucionales e imposibles de aceptar?

Efectivamente, encontró la manera, ya que al poco tiempo de finalizar las elecciones, Sánchez comenzó a formalizarun acercamiento y conversaciones con el líder del partido independentista catalán Junts, Carles Puigdemont, quien tras el golpe de estado cometido en 2017 se hallaba exiliado de la justicia española en Bélgica.

Finalmente a comienzos de noviembre, ambos grupos políticos anunciaron un acuerdo de una amnistía total por los delitos políticos y económicos cometidos durante el intento separatista, la asunción de la doctrina conocida como lawfare (según la cual los jueces que habían juzgado a los golpistas independentistas ahora serían juzgados en el parlamento por esos mismos líderes políticos, una violación de la separación de poderes insólita en la Europa moderna), así como el establecimiento de un futuro referéndum de independencia, todo ello en contra de la Constitución y de los informes públicos de todas las asociaciones e instituciones judiciales españolas.

Es en este contexto en el que tiene lugar la última concesión de Sánchez a otro de sus oscuros apoyos para mantenerse en el poder, en este caso el partido EH Bildu, de la comunidad vasca. Se trata de un partido de ideología independentista y marxista que es heredero de la banda terrorista ETA y en el que un número importante de sus antiguos pistoleros y secuestradores se han refugiado en los últimos años “a hacer política“.

De hecho, en las últimas elecciones municipales de mayo de 2023, Bildu presentó a 44 candidatos ex miembros de la banda terrorista, siete de ellos condenados por asesinato. El coordinador general de este partido es el conocido terrorista Arnaldo Otegui, ex líder de la banda e involucrado, según miembros de la propia agrupación terrorista, en nueve secuestros y un asesinato de un político.

Para completar el tenebroso currículum, la banda terrorista ETA, padrina del partido Bildu, dejó un saldo en el propio territorio de Navarra (en cuya capital, Pamplona, ahora gobierna gracias a Sánchez) de 42 personas asesinadas y 214 heridos tras cientos de atentados cometidos allí.

De las 854 personas asesinadas en total por la banda, 11 incluso fueron políticos del PSOE. Quizás esto fuera la gota que colmó el vaso de dos de los concejales de este partido en Navarra que, tras observar la traición de su presidente Sánchez concediendo en una moción de censura sin precedentes la alcaldía de Pamplona a los herederos de ETA, renunciaron a su puesto como protesta.

En todo caso, la traición a la Patria quedó saldada en la mañana del pasado 28 de diciembre, en donde, cual broma macabra impropia incluso de un día de los inocentes, el diputado Joseba Asiron tomaba posesión de la alcaldía de Pamplona arrebatando el poder al partido UPN gracias al apoyo pactado con el PSOE para una moción de censura.

En sus primeras palabras tras dejar la alcaldía, la líder de UPN, Cristina Ibarrola, afirmó que “Sánchez, como Judas Iscariote, ha vendido Pamplona por seis votos de Bildu“. Por su parte, María Caballero, hija del alcalde de Pamplona asesinado por ETA en 1998, señaló que “el PSOE prefiere antes a Bildu que a quien construyó con ellos la democracia”.

 

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