Funcionarios del gobierno de Estados Unidos confirmaron que se mantienen abiertos los canales de diálogo con la República Popular China, en el marco de las recientes tensiones comerciales que han generado impacto en distintos sectores económicos. Desde la Casa Blanca indicaron que las conversaciones buscan alcanzar un nuevo acuerdo que regule las relaciones comerciales entre ambas potencias.
El intercambio entre ambos países se vio afectado en las últimas semanas por una serie de medidas arancelarias. Por un lado, China anunció restricciones a la exportación de ciertos metales estratégicos utilizados en industrias tecnológicas, aeroespaciales y de defensa. En respuesta, la administración estadounidense impuso nuevos aranceles a una variedad de productos de origen chino, elevando el nivel de presión sobre las negociaciones.
Aunque no se difundieron detalles concretos sobre los términos discutidos ni sobre posibles encuentros entre autoridades de alto nivel, desde Washington se hizo hincapié en que los contactos continúan por distintas vías. Voceros oficiales señalaron que se mantienen conversaciones “activas” con representantes del gobierno chino y que se espera mayor claridad en las próximas semanas.
“La pelota está en su tejado”, expresó un portavoz consultado sobre la posición del gobierno estadounidense, haciendo referencia a la respuesta esperada desde Pekín. Según la información oficial, también hay avances en negociaciones con otros socios comerciales de Estados Unidos, aunque el proceso con China es uno de los más relevantes por su impacto global.
El conflicto arancelario entre ambos países ha generado preocupación en los mercados internacionales, debido a su posible efecto sobre los precios, la producción y el abastecimiento de insumos clave en sectores industriales estratégicos. En paralelo, diversas empresas multinacionales monitorean de cerca el desarrollo de las negociaciones ante eventuales modificaciones en los costos de importación y exportación.
Desde el retorno de la actual administración a la Casa Blanca, se ha priorizado una política de revisión de los acuerdos comerciales vigentes, con énfasis en prácticas que el gobierno estadounidense considera desequilibradas. En ese contexto, se han aplicado medidas que buscan limitar la dependencia de ciertos productos extranjeros, sin cerrar la posibilidad de acuerdos multilaterales o bilaterales que beneficien a ambas partes.
Hasta el momento, no se ha definido un calendario preciso para una eventual firma de acuerdos, pero las señales oficiales apuntan a que las negociaciones continuarán durante las próximas semanas. Por ahora, el comercio entre Estados Unidos y China sigue siendo uno de los principales puntos de atención en la agenda económica internacional.
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