Marcada incidencia negativa del cambio climático en la agricultura

En estos últimos años son muchos los que han planteado el oscuro panorama del calentamiento global en su incidencia en los cultivos, sin tomar las medidas necesarias para contrarrestarlo.

El cambio climático del que tanto se habla en estos últimos tiempos está incidiendo, indudablemente, en distintas actividades humanas, entre ellas la agricultura, que es básica para la subsistencia del hombre. En la Argentina se calcula que son más de 10 millones de hectáreas cultivables las que se han perdido a consecuencia de factores que derivan del calentamiento global o efecto invernadero causados por la quema de combustibles fósiles que generan gases tóxicos y por la deforestación excesiva, ya sea por talas o por los incendios forestales que se vienen sucediendo cada vez con más frecuencia. De los gases los más perjudiciales son el gas metano, el óxido nitroso y especialmente el dióxido de carbono. En cuanto a la deforestación se ha llegado a establecer que además de incidir directamente en el calentamiento global, tiene un impacto directo sobre las precipitaciones, determinando ciclos de grandes sequías.

Según las principales instituciones tecnológicas vinculadas al campo, todos estos factores han hecho que en nuestro país el 36% de la superficie aprovechable para plantaciones y cultivos no se le esté dando el uso correspondiente, ya que la tierra se encuentra seriamente afectada por todos los factores que derivan del cambio climático. El resto de la tierra sigue produciendo pero se deberán tomar las medidas necesarias para asegurar que en poco tiempo más no se vean afectadas de la misma manera.

Menos frutos y granos

En este sentido, técnicos de organismos e instituciones especializadas como el INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria) han señalado que los cambios de temperatura que se producen a consecuencia del cambio climático afectan la producción hormonal de las plantas incidiendo en funciones como las de dar frutos o producir granos. Cuando la producción de estas hormonas del crecimiento se ve afectada, las plantas tienen dificultades para desarrollarse.

El tema de las temperaturas también incide en las plagas y enfermedades que pueden propagarse en los cultivos. Pero hay otro efecto muy grave y es el de infertilidad de los suelos. La reducción de las precipitaciones puede llevar a la desecación del suelo, que se vuelve más sensible a la fuerza del viento, provocando la erosión y consecuentemente el desplazamiento del suelo a otras zonas. Esto impide la estabilización de los nutrientes haciendo que la tierra sea infértil y esté menos preparada para proporcionar las sustancias que necesitan las plantas.

Soluciones tecnológicas

Dentro de las soluciones que se pueden implementar para contrarrestar estos perniciosos efectos hay que explorar nuevas tecnologías y formas de trabajar en el campo. La agricultura 4.0, por ejemplo, se centra en el uso de tecnologías para digitalizar los procesos agrícolas. Esto puede dar lugar a una serie de ganancias de productividad, mitigando los impactos de las fluctuaciones climáticas. Las técnicas de riego también son muy importantes y en esto hay que tener muy en cuenta el riego por goteo y otros similares que mejora la gestión del agua en todo tipo de cultivo, asegurando la humedad de la tierra y evitando la desertificación. Combatir oportunamente las plagas que puedan afectar los cultivos también es una manera de contrarrestar los efectos del cambio climático que, precisamente, alienta estos males, lo mismo que desarrollar técnicas de cultivos basadas en los invernaderos que aseguran cultivos en condiciones extremas.

Lo importante es que todos los sectores vinculados a la producción agrícola asuman la responsabilidad de actuar de inmediato ante un fenómeno que de acuerdo a los expertos se va a ir intensificando y ante lo cual hay que estar preparados.

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