El Presidente enfrenta varios retos de cara al nuevo año y sus logros en 2024 lo ponen ante el desafío de compensar el costo del programa de estabilización que trazó. Cómo reactivar la economía sin reavivar la inflación, la necesidad de controlar el dólar y el problema de demostrar que su plan es sustentable, un panorama de lo que viene.
Desafío central: reparar la caída de la actividad
En ese contexto, el economista Federico Gluestin considers que «lo primero que tiene como desafío es que la economía crezca fuerte para poder compensar la caída de 2024 y eso requiere estabilizar las variables macro, generar empleo y recuperar el consumo, además del poder adquisitivo de los salarios».
Otro de los retos que enfrenta el Gobierno, para Glustein, es «reducir la pobreza, que es menester para lo que queda del año, sumado a la eventual recuperación de la clase media, sostén de la economía argentina».
Y otro desafío que apunta Glustein, y quizás el más importante, es la salida total del cepo cambiario sin que eso impacte en otras variables. En palabras de Rocío Bisang, economista de Eco Go, «el principal desafío para 2025 va a estar en el frente cambiario, donde la promesa de levantar el cepo va a marcar un poco la tónica del año».
El dólar y el cepo: la promesa por cumplir en 2025
Sucede que, tal como plantea el economista Lorenzo Sigaut Gravina, de Equilibra, «el Gobierno priorizó bajar la inflación y usó el ancla fiscal y la cambiaria para lograrlo». De hecho, señala que vimos en noviembre que la inflación convergió con el «crawling peg» finalmente, tardó un año en hacerlo. Todo eso hizo que hoy tengamos un tipo de cambio poco competitivo, que se ubica en niveles similares a los del fin del mandato de Alberto Fernández.
Eso pone en duda si es necesario hacer una nueva devaluación en un contexto en el que puede haber crecimiento económico con el ojo puesto en el comportamiento de la balanza comercial. «Cuando se abarata tanto lo importado, la reactivación puede generar un déficit en la cuenta corriente y eso va a hacer que en 2025 tengamos un mercado cambiario muy presionado», apunta Sigaut Gravina al respecto. Y es que, sin blanqueo, es difícil que entren los dólares necesarios para contrarrestar esa tendencia.
El economista señala que, si bien puede llegar algo del Régimen de Impulso a las Grandes Inversiones (RIGI), será mucho menor a lo que el Gobierno cree. «Creo que va a bajar la inflación y puede crecer la actividad pero eso va a generar más presión sobre la cuenta en dólares. Hay que ver qué dinámica toman los flujos de capital, porque tenemos el caso de lo que le pasó a Macri, que los capitales lo dejaron ‘en Pampa y la vía'», rememora.
«Eso se combina con un real brasileño que está muy devaluado, y ese es el gran desafío porque vemos en el turismo que los argentinos eligen ir a las costas brasileñas y uruguayas y, por otro lado, va a ser más conveniente importar que exportar por el tipo de cambio poco competitivo», dice Sigaut Gravina.
Las negociaciones con el FMI, un desafío mayor
«A eso le sumaría la renegociación del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), el ingreso de fondos frescos y el aumento de las reservas para sostener la economía mientras sucede la salida de divisas por apreciación cambiaria, clave para mantener a raya los tipos de cambio paralelos», dice Glustein.
Bisang coincide en ese sentido y apunta que «lo que pase con el acuerdo con el FMI va a ser clave, en un contexto donde las reservas reales todavía se encuentran en terreno negativo, con un tipo de cambio que no es del todo claro si es compatible en estos niveles con un esquema de flotación y con una brecha que, si bien comprimió muchísimo, empieza a crecer de vuelta».
El Gobierno anticipó que seguirá la intervención en el dólar Contado Con Liquidación (CCL). Milei dijo que planean seguir con la esterilización de las compras de dólares realizadas a través del mercado oficial de cambios, al menos a corto plazo, para mantener a raya la brecha cambiaria.
Dólar: un año electoral que complejiza los objetivos
De hecho, el Banco Central (BCRA) presentó sus objetivos para 2025 y estos incluyeron que incluyen la necesidad de mantener la desaceleración de la inflación y abordar el exceso de liquidez, disminuir la tasa del «crawling peg» y posteriormente avanzar hacia un régimen cambiario más flexible, sanear el balance de la entidad, eliminar los controles cambiarios una vez que se recompongan las reservas internacionales, ya sea mediante un acuerdo con el FMI o inversión privada, y facilitar transacciones en cualquier moneda.
Se puede observar de esos objetivos que para levantar el cepo aún falta un largo camino, pero sí ratificó la apuesta a la competencia de monedas. Para compensar ese déficit en materia de cumplimiento de promesas, no obstante, la máxima autoridad monetaria indicó que, en la medida que la inflación continúe desacelerándose, «se podrá ajustar el deslizamiento del tipo de cambio», que implica bajar el ritmo del crawlin peg y, eventualmente, ir a un esquema de mayor flexibilidad del tipo de cambio una vez que las expectativas de inflación se encuentren bien ancladas y que el superávit fiscal cumpla con plena potencia su rol de ancla fundamental de la economía».
Adicionalmente este 2025 es un año electoral, lo que siempre presiona las cuentas fiscales y puede traer algún que otro sobresalto. » Las elecciones también pueden generar ciertas presiones, porque la gente tiende a dolarizarse por las dudas y eso generaría una reversión del carry trade», dice al respecto Sigaut Gravina.
El frente cambiario y el real, el gran reto
Así, el principal desafío que presenta al Gobierno la hoja de ruta de 2025 es poder continuar el rumbo que fijaron en 2024 porque, tal como plantea Camilo Tiscornia, economista y director de CyT, «épocas de crecimiento, en Argentina, han habido muchas, pero el tema es que se logre la continuidad en el tiempo». Así, considera que, hoy, se ve una combinación virtuosa de inflación en caída con PBI en alza y el gran reto es mantenerlo. En esa tarea, para todos los analistas, el principal desafío es el frente cambiario.
Y es que Tiscornia señala que el Gobierno logró bastante consenso en los actores económicos y políticos respecto del camino que usa para mantener el superávit fiscal y parece afianzado en ese rumbo, al menos, por ahora, pero advierte que el frente del dólar parece más complejo. Argentina tiene un dólar muy atrasado y eso colisiona con un eventual acuerdo con el FMI, con una posible reactivación de la actividad, sobre todo en un contexto en el que las monedas de la región se devalúan.
«La suba del tipo de cambio en Brasil es un elemento que le juega muy en contra y genera gran presión para el dólar en el mercado local. En ese contexto, se complejiza mucho lograr levantar el cepo y tener una política cambiaria más estándar». Ese, es sin dudas, el gran desafío en materia de política económica de cara a 2025 y la duda predominante es si lo logrará el Gobierno.
«El gran problema es que la economía argentina no crece hace años y lograr retomar un rumbo de ese tipo con un aumento de los ingresos reales, del empleo, de la actividad, de la productividad sería el camino a seguir», plantea Fiorentin. Y agrega que esa será una tarea difícil en un contexto en el que, además, los dólares van a escasear, la recesión se está amesetando y va a haber más de divisas salida por comercio y turismo, en un escenario en el que ya no está el blanqueo.
Fuente: Ámbito.
Rivero. C
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