El hecho es inédito en la historia edilicia de la costa atlántica argentina, al menos entre aquellos que no fueron ocasionados por catástrofes naturales. A diferencia de las casas frente a la playa devoradas por el océano en Mar del Tuyú en la pandemia, esta vez se supone que el origen fue humano.

 

La investigación a cargo de la fiscal geselina Veróniza Zamboni intentará develar lo que muchos se preguntan: ¿Qué o quién causó el colapso de una torre de diez pisos que, en su caída, también estragó un edificio lindero de departamentos? Distintas hipótesis se entreveran en un laberinto difícil: la principal prueba ya no existe más, quedó reducida a ruinas. Entre los imputados se encuentran integrantes del directorio que administraba el lugar, tres arquitectos, contratistas, dos albañiles y dos miembros de una empresa de ascensores de Mar del Plata.

La segunda etapa de la instrucción —posterior a la búsqueda de las personas que quedaron atrapadas debajo del hormigón— se inició con las pericias técnicas realizadas cuando la zona ya quedó despejada de las toneladas de cemento y acero acumuladas tras el derrumbe. Se analizan en estos momentos los cimientos y también numerosas tandas de restos acumulados en el corralón municipal por pedido de la Fiscalía 6 de Villa Gesell. Además se extrajeron probetas cilíndricas de distintos lugares del área del derrumbe para luego hacer un estudio químico sobre la erosión del hormigón.

La estructura del hotel

El apart hotel Dubrovnik era un complejo profundo sobre la Avenida 1 entre Paseo 103 y Avenida Buenos Aires, a pasos del centro y del bosque fundacional. La torre de diez pisos que se vino abajo estaba entre medio de una construcción semicircular de tres niveles que funcionaba como recepción y una pileta trasera, ambas estructuras aun de pie tras el colapso. Debajo de gran parte de todo eso se extendía un subsuelo de cocheras que quedó al descubierto una vez que se retiró la montonera de escombros. Se presume que la torre central del apart primero se desmoronó sobre su base (algunos usaron la metáfora visual del castillo de naipes), mientras que una vez que todos sus restos hicieron tope con el subsuelo, se ocurrió su declive hasta la izquierda, devorándose gran parte del vecino edificio Alfio I.

 

Al momento del desmoronamiento se hacían obras en las dos torres, desde pintura en los departamentos hasta huecos en lozas para colocar un ascensor, pasando también por aberturas como las que se observan en un video viralizado durante el rescate. Y bajo la dirección de diversos arquitectos, los trabajos estaban repartidos en varios planteles de trabajadores. Uno de ellos fue atrapado por completo: lo conformaban un carpintero de Merlo y tres plomeros de Mar del Plata que fallecieron tras el colapso. Como no eran de Gesell, dormían en departamentos del segundo piso de la torre que se cayó. Otro equipo lo integraban los únicos que pudieron salir con vida del Dubrovnik, un albañil tucumano y otro de Ostende que estaban en la zona de cocheras delantera, debajo de la estructura que no se derrumbó y a metros de la calle. Un tercer plantel se sumó con obreros de Villa Gesell y de Ostende.

 

Rosa Stefanic, la primera víctima encontrada bajo el Dubrovnik, había vendido el apart hotel en abril a la sociedad anónima Parada Liniers, aunque seguía habitándolo mientras se terminaba una casa en Madariaga. Nahuel, su sobrino, hallado tres días después, reportaba como intermediario entre los obreros y los nuevos dueños. Dana Desimone, señalada incorrectamente como pareja de aquel, trabajaba en tareas administrativas. Después de las vacaciones de invierno, los nuevos propietarios comenzaron a diligenciar distintas obras y aparecen varios actores. Un mismo arquitecto es mencionado por dos elencos de obreros distintos como el nexo inicial para presentar presupuesto y empezar a trabajar. A partir de agosto hubo otras dos arquitectas y ocurre un pedido de paralización de obra por parte de la Municipalidad de Villa Gesell que no fue del todo efectivo.

Dinámicas confusas

 

Los testimonios de la causa redundan en dinámicas de trabajo confusas: los albañiles no terminan de comprender si el edificio contaba con todas habilitaciones municipales necesarias para operar. Es por ello que concejales opositores al gobierno del intendente Gustavo Barrera hicieron un pedido formal de información al respecto, hasta ahora sin éxito. Lo que se pretende conocer con esto último es si, además, el edificio era inspeccionado por funcionarios, tarea que se estima necesaria por el volumen y cantidad de obras que se estaban haciendo en paralelo. Los tres albañiles y los tres contratistas citados a declarar juran no haber tocado el hormigón, las zapatas ni las estructuras portantes que de ningún modo deben manipularse.

Muchas de las víctimas se llevaron con su fatal destino muchas respuestas que hubiesen sido esclarecedoras para entender lo que desencadenó el desastre. El Dubrovnik se componía por dos torres, una de tres pisos que sigue en pie y la de diez niveles que se desmoronó. Algunos indicios sugieren que fue en esta segunda parte donde quizás se produjeron los trabajos que precipitan la tragedia. La investigación en una zona cortada al tránsito y tapiada para la vista de curiosos se estima larga. Mientras tanto, Villa Gesell sigue conmocionada por un hecho que alteró la afable normalidad de una ciudad balnearia que en dos semanas iniciará su temporada alta en un escenario imprevisto y perturbador.