La posibilidad cierta de que todo lo actuado en el juicio por la muerte de Diego Maradona quede anulado y haya que empezar de nuevo, es decir, volver a citar a los mismos testigos para que vuelvan a declarar, tiene un antecedente histórico en la justicia argentina: el caso María Soledad Morales, la adolescente catamarqueña asesinada en la capital provincial en septiembre de 1990. Era un tiempo en el que no existía la palabra “femicidio”: se hablaba entonces de “el crimen de María