La OMS y el Foro de Davos se preparan para una “Enfermedad X” que podría volver a llevar al mundo a la cuarentenas

El Mundo

El año pasado, la Organización Mundial de la Salud publicó un plan para acelerar la investigación sobre patógenos que potencialmente podrían causar emergencias de salud pública como lo fue el COVID-19. Este programa se puso como objetivo preparar al mundo para la misteriosamente llamada “Enfermedad X“.

La “X” indica que es una enfermedad no conocida todavía pero que se tiene certeza que “será el próximo coronavirus”. Si bien no hay indicios de que el mundo esté en camino a una nueva pandemia, y si bien entre las últimas dos grandes pandemias (COVID, 2019 y Gripe Española, 1918) hubo más de 100 años, desde la ONU dicen tener la certeza que la próxima gran patógeno atacará en “pocos años”.

Para esto, la Coalición para la Innovación en la Preparación para Epidemias (CEPI), una organización benéfica con sede en Oslo, Noruega, ha estado invirtiendo más de US$ 250 millones de dólarestratando de acelerar el progreso en vacunas para distintos virus que podrían ser potencialmente la próxima “gran pandemia”.

Emtre ellos se ubican la fiebre de Lassa, el síndrome respiratorio de Oriente Medio, llamado MERS, el virus Nipah, la fiebre del Valle del Rift y el virus del chikunguña.

 

Sin embargo, abordar la “Enfermedad X” requiere un “enfoque novedoso“, según argumentan desde el CEPI, por lo que están patrocinando intentos de encontrar formas más rápidas de fabricar vacunas en general.

Pero es en este punto donde el enfoque de las organizaciones internacionales empieza a generar preocupación entre la población mundial. Este miércoles, a las 7:30 AM (hora Argentina), el Director de la OMS, Tedros Adhanom, junto a algunos directores de farmaceuticas y la ministra de Salud de Brasil, Nisia Trindade Lima, darán una exposición en el Foro Económico de Davos sobre este tema.

Con las nuevas advertencias de la Organización Mundial de la Salud de que una “Enfermedad X” desconocida podría provocar 20 veces más muertes que la pandemia de coronavirus, ¿qué nuevos esfuerzos se necesitan para preparar los sistemas de salud para los múltiples desafíos que se avecinan?“, anticipa la invitación a la conferencia.

 

Además de soluciones médicas, en el Foro Económico plantean soluciones sociales, políticas y económicas a la pandemia, que incluye una versión revisada de la cuarentena, que sea más flexible que la pandemia pero que haga hincapié en los pasaportes de vacunación y el puntaje de salud para poder salir de tu casa.

De hecho, la conferencia será en el marco del panel “Una Estrategia a Largo Plazo para el Clima, la Naturaleza y la Energía“, por lo que muchos de los planteos vienen vinculados a la agenda climática, para reducir la producción y la actividad económica mundial.

Entre las soluciones médicas que se plantean, el CEPI está tratando de desarrollar una forma confiable de fabricar vacunas de ARN “autoamplificantes”. La vacunación convencional implica inyectar en el cuerpo del receptor virus que han sido debilitados de alguna manera. Esto permite que el sistema inmunológico aprenda cómo es el virus y desarrolle los anticuerpos correspondientes.

Sin embargo, un efecto similar se puede lograr inyectando, en forma de ARN, una molécula similar al ADN, genes que codifican la proteína relevante. La maquinaria celular del propio cuerpo puede crear la proteína objetivo a partir de estas instrucciones. La vacuna se llama autoamplificanteporque, junto con el código para la proteína, se inyecta código adicional que amplificará la cantidad de ARN.

El segundo enfoque nuevo que CEPI está patrocinando se llama “molecular clamp” y se está desarrollando en la Universidad de Queensland, Australia. Es una forma de sintetizar proteínas de la superficie viral con una fidelidad particularmente alta. Por lo general, estas proteínas son inestables y tienden a cambiar de forma fácilmente. Si el sistema inmunológico aprende la forma incorrecta, no generará la inmunidad necesaria. El proceso de Queensland sujeta las proteínas virales a medida que se sintetizan, utilizando un andamiaje molecular especial. Eso significa que no se desfiguran.

El éxito de cualquiera de los dos grupos promete reducir el intervalo entre la identificación de un virus y la realización del primer ensayo clínico de 2 años a tan solo 4 meses. Además, debido a que ambos enfoques sintetizan las vacunas químicamente en lugar de involucrar virus vivos en el proceso, una vacuna que surgiera de alguno de ellos podría fabricarse rápidamente, aunque sus efectos adversos podrían ser diversos, como ocurrió con las vacunas del COVID-19.

Por: Rodo Galdeano
Fuente: Derecha Diario

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