
La crisis del comercio barrial: cerraron 16.000 kioscos en un año y quedan menos de 100.000 en Argentina
El cierre masivo de 44 kioscos diarios refleja la crisis que atraviesa un tradicional punto de encuentro barrial
La recesión económica en Argentina se hace palpable en el cierre acelerado de kioscos a lo largo del país. Según un informe reciente de la Unión de Kiosqueros de la República Argentina (UKRA), en los últimos doce meses se perdieron más de 16.000 de estos comercios, considerados históricamente como termómetro social y espacios de convivencia en los barrios.
Ernesto Acuña, vicepresidente de UKRA, confirmó que el número total de kioscos formales descendió de 112.000 a menos de 100.000, registrándose actualmente alrededor de 96.000 locales en actividad. Este fenómeno implica la desaparición diaria de 44 kioscos, una cifra que refleja la severa crisis del sector minorista.
El fuerte deterioro del poder adquisitivo de los consumidores es el principal factor detrás de esta caída. Acuña detalló que las ventas han caído un 40% en los últimos dos años, con bajas especialmente significativas durante el verano, donde bebidas y refrescos sufrieron una reducción de entre el 30% y el 35%. «El consumidor busca segundas marcas o productos más económicos, y en muchos casos compra menos cantidad», afirmó.
Además de la caída en ventas, los costos operativos son un gran desafío para los kiosqueros. Los alquileres, tarifas de servicios y salarios varían según la ubicación, pero en todos los casos presionan los márgenes de rentabilidad. «Por ejemplo, un alfajor triple ronda los $1.500, pero en zonas con alquileres elevados y personal a cargo, el margen de ganancia es mínimo o nulo», explicó Acuña.
La creciente informalidad también agrava la situación. Muchos pequeños comercios funcionan sin registros fiscales ni cargas impositivas, generando competencia desleal para quienes cumplen con las obligaciones formales. Este escenario amenaza no solo la viabilidad económica de los kioscos tradicionales, sino también un símbolo del comercio de cercanía y la vida comunitaria.
Por otro lado, la volatilidad cambiaria añade incertidumbre. «Cada vez que se acercan elecciones o el dólar sube, los precios se disparan. Este ciclo constante afecta a todos, desde kiosqueros hasta consumidores», advirtió el vicepresidente de UKRA, quien prevé nuevas presiones inflacionarias en la segunda mitad del año.
Datos complementarios de la consultora NielsenIQ confirman este panorama: registran caídas interanuales del 17% en ventas de bebidas, 23% en golosinas y 11% en galletitas, categorías esenciales para el sector. Con el consumo en baja y los costos al alza, el futuro de los kioscos de barrio se presenta cada vez más incierto.
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