Entre paredes de adobe, chimeneas y bocas de túneles asoma la historia de lo que, alguna vez, fue la primera planta de fundición de metales del país.
Entre montañas y ríos asoma un tesoro de la historia minera sanjuanina, las Ruinas de Hilario. Sus paredes de adobe, chimeneas y bocas de túneles cuentan la historia de lo que alguna vez fue la primera instalación metalúrgica del país.
Ubicadas en el departamento de Calingasta, cercanas a los márgenes del río Los Patos, sobre la Ruta Nacional 149 que une Calingasta y Barreal y al pie de la Sierra del Tontal; aún se pueden apreciar los restos de algunas paredes de adobe que se mantienen en pie, como así también su característica chimenea, bocas de túneles e incluso restos de escoria en sus hornos.
Un Breve Retorno al Siglo XIX
En 1863, Hilario cobró vida en el departamento de Calingasta, cerca de los márgenes del río Los Patos. A más de 1400 metros sobre el nivel del mar, al pie de la Sierra del Tontal, se erigió esta fundición de metales. Plata, plomo y oro extraídos de la zona encontraron su camino aquí.
La Danza de los Metales
En sus hornos, se fundieron importantes cantidades de plata durante los 10 meses que duró su actividad entre 1865 y 1866. Hilario abarcaba las minas de Carmen Alto en la Sierra del Tontal, la Villa Rickard (llamada así por el ingeniero nombrado Inspector en Minas, Domingo Faustino Sarmiento) y la planta de fundición.
Ingeniería y poder hidráulico
Hilario no era una fundición cualquiera. Su maquinaria, de primera clase, provenía de la firma Taylor e hijos de Londres. Una turbina hidráulica, con una caída de diez metros, generaba una fuerza de 95 HP. El agua fluía por tubos de hierro batido de 30” de diámetro. En sus toneles y tinas, se beneficiaban 200 quintales de metal crudo en solo 24 horas.
El Ocaso y el Legado
A pesar de ser uno de los establecimientos de fundición más importantes del país, Hilario tuvo una vida útil breve, apenas una década. A principios de 1870, la mina se paralizó. En 1893, Rafael Zilleruelo vendió los derechos mineros a empresas estadounidenses e inglesas.
Hoy, las ruinas nos hablan de un pasado vibrante. El laboratorio de ensayos, las balanzas de precisión y los hornos en miniatura son testigos mudos. Hilario, con sus 5 hectáreas de historia, sigue siendo parte de nuestra riqueza minera.
Según la arqueóloga e historiadora Teresa Michieli: “Lo que diferencia a la instalación de Hilario de las privadas es que aparenta haber sido realizada con la intención de mostrar cómo se podía trabajar en minería más que en conseguir grandes rendimientos o largos períodos de producción. En este caso se puede pensar que Hilario fue en realidad una especie de maqueta a tamaño natural, construida en un lugar altamente visible, para impulsar el interés en explotar los recursos minerales de la Provincia».
Fue declarado Monumento Histórico Nacional en el año 2006.
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