Según el informe «Ministros provinciales: ¿Cuánto tiempo están al frente de las carteras educativas?» elaborado por el Observatorio de Argentinos por la Educación, entre diciembre de 2003 y la actualidad, la duración promedio de estos funcionarios ha sido de 3,3 años. Aunque esta cifra supera el promedio de 2,8 años para los ministros de Educación a nivel nacional en el mismo período, aún se encuentra por debajo de los 4 años de un período de gobierno.

Los datos recopilados a lo largo de dos décadas en las 24 jurisdicciones del país muestran que un total de 167 autoridades educativas han ocupado estos cargos. Esta rotación en las posiciones de liderazgo puede tener implicaciones en la implementación exitosa y sostenibilidad de políticas públicas en el ámbito educativo.

Las provincias con mayor estabilidad en sus ministerios de Educación fueron Córdoba y Tucumán, con un promedio de duración en el cargo de 6,7 años para cada una de ellas. Por otro lado, Chubut se destacó por su menor estabilidad, con un promedio de 1,5 años por cada ministro. Otras provincias con números bajos en términos de estabilidad ministerial incluyen San Luis, Chaco y Tierra del Fuego.

La estabilidad en posiciones de toma de decisiones resulta esencial para la ejecución efectiva de políticas públicas. Aunque una permanencia prolongada no garantiza automáticamente una gestión exitosa, sí brinda la oportunidad de desarrollar una gobernabilidad sólida y llevar a cabo implementaciones exitosas de políticas. Esto es especialmente relevante en el ámbito educativo, donde los cambios pueden tener un impacto duradero.

Un aspecto llamativo del informe es la disparidad de género en estas posiciones. A pesar de que el 94,6% de los docentes de escuela primaria y el 66,6% de los directores de escuela secundaria son mujeres, solo el 43,1% de los ministros provinciales de Educación en estos 20 años han sido mujeres. Esta desigualdad en la representación de género en cargos de decisión resalta la existencia de un «techo de cristal».

Santa Fe se destaca como la provincia con mayor proporción de mujeres en el cargo de ministra de Educación, con un impresionante 83,3%. Aun así, esta proporción es la excepción, ya que la mayoría de las provincias presenta números más bajos en cuanto a ministras de Educación. Este desequilibrio subraya la necesidad de un mayor esfuerzo en la búsqueda de igualdad de género en los cargos de liderazgo y toma de decisiones.

En conclusión, el informe arroja luz sobre la importancia de la estabilidad en la gestión educativa y resalta la necesidad de abordar las desigualdades de género en posiciones de poder. La educación es un pilar fundamental en cualquier sociedad, y la continuidad en la conducción de políticas educativas puede jugar un papel crucial en la búsqueda de mejoras a largo plazo.