El respeto y el beneficio mutuo entre China y América latina
La situación internacional es cada vez más cambiante y compleja producto de una serie de «guerras» arancelarias, comerciales y tecnológicas que se vienen sucediendo, una tras otra, en un contexto global en el que se han profundizado los déficits de paz, desarrollo y gobernanza. ¿Egoísmo o respeto mutuo? ¿Supremacía propia o beneficio común? ¿Aislamiento o apertura con espíritu inclusivo? Son algunas de las disyuntivas de la encrucijada histórica que hoy se plantea la humanidad.
Precisamente, en este contexto es preciso destacar el gran desarrollo que han alcanzado las relaciones entre China y América latina en los últimos años, dando respuestas claras y mostrándose al mundo como un verdadero ejemplo de éxito. Como verdaderos amigos que se respetan mutuamente, China y América latina son miembros del Sur Global y defienden la soberanía, la independencia, la solidaridad, la cooperación y el desarrollo.
El presidente Xi Jinping visitó América latina en seis ocasiones, recibió a decenas de Jefes de Estado y de gobiernos latinoamericanos en sus visitas a China, mantuvo profundos intercambios de cooperación sobre la base de la igualdad y el respeto mutuo, y entabló conversaciones de amistad con todos los sectores sociales y el público en general. Su objetivo siempre fue impulsar las relaciones entre ambas regiones hacia una nueva era de igualdad, beneficio mutuo, innovación, apertura y beneficio universal, señalando el camino a seguir para la construcción de una comunidad de destino entre China y América latina.
China siempre apoyó a los países de la región en la salvaguardia de su soberanía e integridad territorial, además de respaldar a los pueblos en la elección independiente del camino de desarrollo que se adapte a sus condiciones nacionales. Nunca intimidó a los pequeños ni a los débiles valiéndose de la fortaleza; nunca fue condescendiente con los otros y nunca se obstinó en cálculos políticos ni en intereses geopolíticos propios.
Esta respetuosa postura sirvió de ejemplo para mantener y profundizar las relaciones entre países que se encuentran en diferentes etapas de desarrollo, que tienen distintas dimensiones territoriales y condiciones nacionales, proporcionando un paradigma para la promoción de un mundo multipolar igualitario y ordenado. China y América latina son buenos socios de beneficio mutuo y ganancia compartida. Esta cooperación mutua tiene buena acogida porque respeta la voluntad de los pueblos latinoamericanos, satisface sus necesidades y ofrece opciones fiables y amplias perspectivas para la revitalización de la región.
En este contexto, China tomó la construcción de alta calidad de la Franja y la Ruta como una verdadera plataforma práctica. Fiel al principio de «la deliberación en común, la construcción conjunta y el codisfrute», invirtió más de 600 mil millones de dólares en América latina, ejecutó más de 200 proyectos de infraestructuras, construyó miles de kilómetros de autopistas, ferrocarriles ordinarios y ligeros, cientos de escuelas, hospitales y estadios, casi 100 puentes y túneles, y decenas de aeropuertos y puertos, proporcionando empleos a millones de personas de los distintos países latinoamericanos.
Desde la inauguración del proyecto de transmisión de alta tensión del Belo Monte en Brasil, pasando por la transformación de Ferrocarril Belgrano Cargas en Argentina, y la apertura del Puerto Chancay en Perú, todos los proyectos encarnaron la aspiración común de los pueblos chino y latinoamericanos al desarrollo y el progreso, demostrando que América latina busca una mejor construcción de su propia patria, de una manera independiente y autónoma que no la reduzca a ser el «patio trasero» de ningún país del planeta, como durante años pregonó la llamada Doctrina Monroe.
China y América latina son compañeros de viaje en pos de la apertura y la inclusión. Frente al auge del unilateralismo y el proteccionismo, las contracorrientes de desacoplamiento y la propagación de «muros altos en patios pequeños», China y América Latina tomaron medidas en los últimos años para promover una globalización económica que sea beneficiosa para todos.
China y América latina aprovechan al máximo las ventajas de la complementariedad económica, por lo que el volumen de comercio ya superó los 500 mil millones de dólares, confirmando a China como el segundo socio comercial de América latina. El vino tinto argentino y las cerezas chilenas se convirtieron en los productos más buscados en las plataforma de comercio electrónico de China, aportando beneficios reales a las empresas y los pueblos latinoamericanos.
También hay que destacar que la nueva ronda de la revolución científica y tecnológica, sumada a la transformación industrial, hizo que cooperación entre China y América latina sigan mejorando y actualizándose. La Estación de Espacio Lejano de Neuquén, construida conjuntamente por China y Argentina, desempeña hoy un papel importante en la exploración de la Luna y Marte; el Satélite de Recursos Terrestres, desarrollado junto a Brasil, es una herramienta fundamental en el cuidado del ambiente ecológico de la selva amazónica; el Parque Eólico Punta Sierra, construido en Chile, garantizó el suministro de energía verde a 130 mil residentes; y el Proyecto Caucharí de generación de energía fotovoltaica de 300 megavatios en Argentina, construido por una empresa china, fue clave para impulsar el desarrollo de la zona norte del país.
Este año se celebra el 10º aniversario del funcionamiento oficial del Foro China-CELAC (FCC), y durante el primer semestre China será sede de la Cuarta Reunión Ministerial de dicho organismo. En los últimos 10 años, el FCC convirtió en una plataforma clave para avanzar en la cooperación global entre China y América latina, fortalecer el acoplamiento de las estrategias de desarrollo y construir la comunidad de futuro compartido entre ambas regiones. Como suelen decir nuestros amigos argentinos, «la unión hace la fuerza».
De cara al futuro, China está dispuesta a trabajar con los amigos latinoamericanos, incluida la Argentina por supuesto, para superar las montañas y los mares, encontrarnos en el medio del camino y acelerar el ritmo de la respectiva modernización y desarrollo. El barco de la comunidad de destino de China y América latina debe navegar con mayor firmeza para llegar tan lejos como se lo propongan los países. La cooperación y el respeto mutuo son garantía de un futuro cada vez más brillante.
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