El Acuerdo de París, del que el presidente Donald Trump ha firmado la salida de EE.UU. es un tratado sobre cambio climático, jurídicamente vinculante, adoptado en diciembre de 2015 por casi todos los países del mundo para limitar el calentamiento mundial a los niveles preindustriales. La decisión de abandonar dicho acuerdo a las pocas horas de su investidura, no ha sorprendido en general, porque la medida había sido anunciada previamente. Pero está generando mucho ruido. Donald Trump ya ha anunciado medidas que se alejan de la lucha climática global y ensombrecen el panorama ambiental con sus mensajes en los que apuesta por los combustibles fósiles y la retirada de su apoyo a acciones verdes emprendidas por la anterior administración de Biden.

La Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN) con sede en Argentina se pronunció sobre esta novedad, criticando que la salida del mayor emisor histórico de gases de efecto invernadero pone de relieve una preocupante falta de liderazgo climático «especialmente en un momento crítico en el que el mundo necesita compromisos y acciones sólidas para limitar el aumento de la temperatura media global a 1.5 °C. Este retiro podría también generar fricciones diplomáticas con otras potencias que promueven una mayor ambición climática. Además, tendría consecuencias directas e indirectas sobre los países del Sur Global, quienes, a pesar de ser los menos responsables del cambio climático, sufren sus efectos más severos, como inundaciones, sequías, incendios, olas de calor y frío».

La FARN plantea que la medida de Trump se complementa con otros anuncios realizados por la Casa Blanca, como la agilización de permisos para la producción y uso de la energía, y el fin al arrendamiento de parques eólicos: «Bajo la declaración de ´emergencia energética´, se priorizará el uso de ´los recursos que se consideren necesarios´para satisfacer un modelo hiperconsumista que no está alineado con los límites planetarios ni con un planeta de 1.5 °C. Estas decisiones, como la aceleración de procesos extractivos bajo el lema ´Drill, baby, drill´ –´excava, nene, excava´– y el desmantelamiento de programas de control de la contaminación y justicia climática, afectarán a las comunidades más vulnerables dentro de EE.UU. profundizando las desigualdades internas y los costos sociales». La fundación agregó que esto potenciará la liberación de emisiones a la atmósfera, intensificando el calentamiento global y el cambio del clima, y seguirá desatando eventos climáticos cada vez más extremos, incluso en EE.UU., uno de los países con mayor riesgo y exposición a estos fenómenos.

Es importante destacar que, aunque EE.UU. se retire del Acuerdo de París, esto no implica su salida de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), que es el marco legal global que establece el compromiso de los países para abordar el cambio climático y en el que el país sigue siendo parte activa. Esta distinción es clave: EE.UU. aún estará comprometido con las negociaciones globales bajo la CMNUCC aunque su influencia en el Acuerdo de París se vea reducida.

A su vez, la retirada de Estados Unidos del Acuerdo de París implica su no involucramiento en los compromisos financieros internacionales. En la sección 3.C de la orden ejecutiva de Trump sobre los Acuerdos Internacionales Ambientales, se establece “cesar o revocar cualquier supuesto compromiso financiero asumido por los Estados Unidos en virtud de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático”.

El abandono del Acuerdo de París no es algo que se implementará de forma automática, ya que técnicamente lleva un año desde el anuncio oficial de Estados Unidos a la ONU hasta la ejecución real de la salida. No es la primera vez que EE.UU. sale del Acuerdo de París; ya lo hizo durante el anterior mandato de Trump. Desde la entrada en vigor del Protocolo de Kioto en febrero de 2005, se puso de manifiesto que era necesario trabajar para desarrollar un régimen climático global de lucha contra el cambio climático que incluyera a todos los países en los esfuerzos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.

El Acuerdo de París marcó un hito en el compromiso de los países en la acción global de mitigación del calentamiento global por parte de los países, al pactar reducir las emisiones de gases de efecto invernadero hasta lograr un planeta con clima neutro para mediados de siglo. Implica por primera vez un acuerdo vinculante para que todos los países se unan en una causa común para emprender esfuerzos ambiciosos para combatir el cambio climático y adaptarse a sus efectos. Su objetivo es limitar el calentamiento mundial a muy por debajo de 2, preferiblemente a 1,5 grados Celsius, en comparación con los niveles preindustriales.

EE.UU. se destaca entre los principales emisores de gases de efecto invernadero detrás de China, que es el principal contaminador: La decisión de Trump reaviva interrogantes sobre lucha climática mundial y el papel de las cumbres climáticas a nivel mundial. En la última COP en Bakú (Azerbaiyán) se avanzó en temas de financiación con el compromiso de aprobar un fondo de 300.000 millones de dólares para financiar la acción climática en el sur global. Y se destacó la relevancia de los ecosistemas como sumideros de carbono, en particular, los bosques, que se incluyen en el Acuerdo, y se reconoce la posibilidad de utilizar mecanismos de mercado para cumplir con los objetivos que se marquen los países.

Ayer fue designado el presidente de la COP30, que se desarrollará en Brasil. El nombrado es el diplomático brasileño André Corrêa do Lago. Tras su nombramiento, Corrêa do Lago afirmó que la salida de EEUU tendrá un impacto «significativo» sobre la preparación de la cumbre climática que se celebrará en noviembre. Explicó que todavía están «analizando» la decisión de Trump de retirar a EE.UU. del principal acuerdo global de combate al cambio climático, pero que no tiene «la menor duda» de que afectará la negociación para el encuentro en la ciudad amazónica de Belém.

«Vamos a tener que lidiar con el hecho de que un país tan importante se está desconectando de este proceso», declaró, antes de señalar que se trata de una decisión «soberana» de EE.UU., segundo mayor emisor de gases de efecto invernadero en el mundo, solo por detrás de China.

Pese a la retirada del tratado, Corrêa do Lago, encargado de guiar las negociaciones de la cumbre, destacó que todavía hay «canales abiertos» para dialogar con Estados Unidos, ya que el país sigue siendo miembro de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.