Una investigación de la revista alemana Spiegel ofrece una «respuesta fiable» a la incógnita detrás del sabotaje del gasoducto Nord Stream, a casi dos años de la explosión.

Como resultado de una pesquisa que «corresponde a las conclusiones de los investigadores alemanes y de los servicios secretos extranjeros», el semanario sostiene que la destrucción de los gasoductos Nord Stream 1 y 2 el 26 de septiembre de 2022 fue planeada y ejecutada por un escuadrón de sabotaje formado por buzos ucranianos.

La operación, que logró explotar tres de los cuatro conductos del gasoducto, aislando a Alemania del gas ruso, habría sido «dirigida y planificada» por Roman Chervinsky, un exagente del servicio secreto ucraniano.

El mismo habría sido responsable de reclutar y entrenar un equipo para volar el canal submarino, a quienes impuso la condición de «operar a profundidades de hasta 100 metros y estar dispuestos a correr grandes riesgos para su salud», según informó el medio.

Los reclutados, en su mayoría civiles, habían sido identificados por quienes llevaron adelante la investigación como «varios hombres y una mujer», pero «permanecerán anónimos» para preservar su integridad, informa la revista alemana.

El comandante de la operación y su equipo se embarcaron en la ciudad alemana de Rostock bajo nombres falsos, acompañados de un soldado de comando que capitaneaba el velero y una ligera tripulación, en una operación que duró casi tres semanas.

Como parte de la misma, Spiegel detalla que el equipo había colocado una serie de artefactos explosivos sobre los oleoductos, que al estallar lograron destruir la mayor parte de los conductos del Nord Stream, interrumpiendo su funcionamiento.

En una investigación conjunta con la televisión pública alemana (ZDF),  SpiegelÂhabría alquilado el mismo barco, el ‘Andrómeda’, meses después de la explosión, con fines de recrear el recorrido y profundizar sobre lo sucedido.

En noviembre de 2023, los medios alemanes en conjunto con el Washington Post, revelaron que Chervinsky habría desempeñado un papel clave en la operación, argumento que el propio exagente rápidamente rechazó, calificándolo de «propaganda rusa sin fundamentos», según dijo en una declaración escrita para ambos medios.

Un oleoducto importante

Las tuberías, provenientes de la región rusa de VíborgÂy de Ust-Luga, contaban con la capacidad para hacer circular casi 60.000 millones de metros cúbicos de gas al año, hasta el ataque.

La intención de los saboteadores, para la publicación alemana, era infligir graves daños a la economía de guerra rusa, privándola permanentemente de ingresos por la venta de gas a Europa.

Según informa la publicación, la operación «habría costado alrededor de 300.000 dólares», citando «fuentes internas» que detallan que la misma fue financiada de forma privada, pero que fue presentada al entonces Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas de Ucrania, Valeriy Zaluzhnyi, quien debía autorizarla.

El medio alemán, sin embargo, fue rápido en destacar que el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, «no fue informado ni por los saboteadores ni por los militares».

Cuestión de modos

La planificación y autorización del ataque es anterior al inicio del conflicto armado entre Rusia y Ucrania, según la investigación del Spiegel, pero los preparativos se adelantaron una vez que estalló en febrero de 2022.

Al comenzar la guerra, ChervinskyÂera miembro del Departamento de Operaciones de Fuerzas Especiales del ejército ucraniano.

Lo revelado por el medio alemán indica que, en junio de 2022, el Servicio General de Inteligencia y Seguridad holandés (AIVD) había advertido a las autoridades alemanas y al Servicio de Inteligencia estadounidense (CIA) sobre los preparativos del ataque al gasoducto, y que advertirían “al jefe de Estado Mayor de Ucrania», Valeriy Zaluzhnyi.

Este último, quien ahora se desempeña como embajador ucraniano en el Reino Unido, negó cualquier implicación de forma inmediata. Según detalla la investigación, el militar le aseguro a Mark Milley, el oficial militar estadounidense de más alto rango en el momento, que Ucrania no tenía «absolutamente nada» que ver con esto, aseverando que toda indicación de lo contrario es parte de una «mera provocación».

En febrero de este año, Zelenski desplazó a Zaluzhnyi de su cargo militar, enviándolo en misión diplomática a Londres.

El exagente

Roman Chervinsky, de 49 años, trabajó para el Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU) durante años cuando gobernaba el presidente prorruso Viktor Yanukovich.

Sus actividades siguieron en 2014, durante el golpe de Estado, y tuvo su primer reconocimiento al secuestrar en 2019 al separatista Vladimir Zemach, al cual se acusa de estar involucrado en el derribo del vuelo MH17 de Malaysia Airlines.

Posterior a ello, pasó al servicio de la Dirección Principal de Inteligencia (HUR), donde su carrera dio un vuelco para lo peor.

En 2020, Chervinsky falló en su misión de atraer mercenarios del Grupo Wagner, y presuntos criminales de guerra, a Ucrania. Esta situación, conocida como ‘Wagnergate’ se convirtió en un escándalo político de alto vuelo en Kiev.

El ahora exagente tuvo que aparecer frente a las cámaras, y fue rápido en echar la culpa de la operación fallida sobre los dirigentes que acompañaban al nuevo presidente Zelenski.

Con la ofensiva rusa, Chervinsky volvió a emerger, atribuyéndole la pobre capacidad de defensa ucraniana al «trabajo sistemático de los agentes rusos en el gobierno», según dijo en una entrevista, registrada seis meses después de la explosion del Nord Stream.

Para el exagente, los oleoductos desempeñan un papel central en el poderío ruso sobre Ucrania, y explican la falta de reacción de la comunidad mundial ante la ofensiva. «Primero tuvieron que terminar de construirlo para que Europa dependiera de él», afirmó ante las cámaras.

En abril de 2023, Chervinsky fue arrestado, acusado de otra operación fallida. Su abogado sugirió que su caso era un «juicio político», en respuesta a sus críticas públicas del gobierno.