El año 2024 será recordado en la historia política francesa por su carácter inestable e incierto. Al calor del debate de la ley de presupuesto, este lunes el gobierno del primer ministro Michel Barnier decidió utilizar el artículo 49.3 de la Constitución, que permite adoptar una ley sin el voto de la Asamblea Nacional, dado que no tenía el apoyo necesario para aprobar su presupuesto de ajuste que recorta gastos públicos en materia de seguridad social y servicios públicos. El rechazo a este intento de imponer por la fuerza los brutales recortes donde uno de los sectores más afectados iba a ser el de la salud pública, se hizo sentir desde la coalición de izquierda del Nuevo Frente Popular (NFP), hasta en la derecha de Agrupamiento Nacional (RN), liderado por Marine Le Pen, y provocaron las mociones de censura al gobierno de Barnier, interpuestas por ambas fuerzas políticas.

Barnier, en la cornisa

Hace tres meses el presidente Macron había elegido a Michel Barnier como primer ministro, un miembro del partido Los Republicanos (LR), que llegó en cuarta posición, detrás de la coalición de izquierda, de los derechistas de Le Pen y de la coalición centrista oficialista. El argumento del presidente Macron para rechazar a la mejor posicionada Lucie Castets, candidata de la coalición de izquierda a primer ministro, era que debía elegir alguien que dure en el tiempo. Pues la historia demostrará que no ha sido el caso, ya que muy probablemente el gobierno de Michel Barnier caerá este miércoles cuando la Asamblea Nacional trate la moción de censura, dado que entre la izquierda del NFP y la derecha de RN suman los votos necesarios para destituir al gobierno, y Le Pen ha adelantado este lunes en la Asamblea Nacional que votará la moción de censura de la izquierda tanto como la suya propia.

Los socialistas ya piensan en que la sucesión de Barnier los tenga como protagonistas, y hablan de un «pacto de no censura» con los macronistas y republicanos de ese hipotético gobierno, pero esa idea socialista no es acompañada por sus socios del NFP y notablemente por la Francia Insumisa, el principal socio de la coalición. El debate político no se detiene en la más que probable caída de Barnier y su sucesión, sino que se especula abiertamente con unas elecciones presidenciales anticipadas.

El mandato de Macron debería ir hasta 2027, pero se escucha cada vez con más frecuencia en el debate político nacional, poner en duda que el mandato presidencial llegue a término. Según las últimos sondeos, el 63 por ciento de los franceses está a favor de la destitución del presidente Macron. La destitución es una herramienta constitucional, similar al mecanismo jurídico que en Argentina se conoce como juicio político.

En unas hipotéticas elecciones presidenciales anticipadas la líder de la extrema derecha Marine Le Pen y el líder de La Francia Insumisa (LFI), Jean-Luc Mélenchon, aparecen como los mejores posicionados para la carrera presidencial con posibilidades reales de alcanzar el palacio del Elíseo. No obstante Marine Le Pen enfrenta un proceso judicial por el caso de asistentes parlamentarios de eurodiputados que no trabajaban de tal pero que cobraban de la Unión Europea (ñoquis), y que la podrían dejar fuera de competencia si el tribunal la condena a ineligibilidad por cinco años en la próxima primavera europea.

La caja de pandora

Jean-Luc Mélenchon, en un mensaje audiovisual difundido este lunes en la red social X, calificó la situación en Francia como «crepuscular», acusó a Macron de ser el responsable de la actual situación y exigió la renuncia del presidente, para que sea la ciudadanía la que resuelva la actual crisis política. Mélenchon dice que el origen de la actual crisis surge cuando el presidente no ha reconocido el resultado del sufragio universal que colocó a la coalición de izquierda de NFP como primera fuerza política en la Asamblea Nacional. «¿Cuántos Michel Barnier va a nombrar el presidente antes de sacar las conclusiones que se imponen y asumir su responsabilidad personal?», se preguntó Mélenchon en el video publicado en X.

Pero Mélenchon no está sólo en exigir la renuncia del presidente Macron: los políticos centristas como Hervin Morin o Charles de Courson, o el republicano y antiguo ministro Jean-Francois Copé también lo exigen como la única solución al actual estancamiento político. Mientras tanto el jefe de Estado galo está de gira por Arabia Saudita, lejano a la situación caótica que vive su país, sin embargo su figura está muy presente en Francia, dado que es él quien abrió la caja de Pandora al momento que decidió en junio pasado la disolución de la Asamblea Nacional.

En esa decisión jupiteriana, Macron empujó a Francia a la actual situación de fragmentación parlamentaria que hace muy complicado formar un gobierno que cuente con el consenso de las diferentes fuerzas políticas, dado que está dividido en tres bloques, el de izquierda, el de centroderecha y el de extrema derecha. Y es por esta precisa razón que LFI de Mélenchon, propone para desbloquear la situación la destitución del presidente o su renuncia y llamar a nuevas elecciones presidenciales para que sea el soberano el que decida que curso debe tomar el país. Su contracara, Marine Le Pen, está de acuerdo con la idea de que la renuncia del presidente facilitaría una salida más rápida al impasse político actual.