Cromañón: Luciano Frangi, de sobreviviente a militante, reflexiona sobre 20 años de lucha y sanación

Luciano Frangi, sobreviviente de la tragedia de Cromañón, recuerda aquella noche que casi lo cambia todo. Tras años de lucha, publica un libro y revela cómo superó la culpa y el estrés postraumático a través de la militancia y la investigación periodística.

 

Luciano Frangi, hoy de 46 años, es miembro de la organización «Coordinadora Cromañón» y autor del libro «Cromañón: Las cenizas siguen ardiendo». En su charla con Infobae, recuerda cómo una simple decisión de esa noche de 2004 le permitió salvar la vida. Aquella madrugada del 30 de diciembre, a sus 26 años, Luciano llegó casi por casualidad a la República de Cromañón, acompañado de su amigo Diego.

 

Era una salida improvisada: Diego había discutido con su novia y, para animarlo, Luciano le propuso asistir al recital de Callejeros. “Era parte de la cultura del aguante. Cuanto peor, mejor”, rememora Lucho casi 20 años después. Ese día, tras comprar un pebete y una gaseosa en un kiosco de camino, llegaron al lugar a las 22:00 horas, justo cuando los teloneros, Ojos Locos, terminaban su presentación.

 

En la entrada, tras insistir mucho, Luciano logró conseguir dos entradas para él y su amigo, pese a que ya le habían dicho que no había más. “Pagamos 10 pesos cada una, unos 17 mil pesos actuales”, comenta, reflexionando sobre el precio demasiado alto que terminó pagando, aunque nadie imaginaba la tragedia que se avecinaba.

 

Hasta esa noche, Luciano era un joven normal del barrio Parque Chas, que estudiaba Periodismo y trabajaba en una tienda de deportes. Además, era fanático de River Plate y seguidor de Callejeros. Había ido a varios recitales de la banda en 2004, incluido uno el 28 de diciembre, y había presenciado el caos generado por las bengalas. “A pesar de todo, el 30 fui de nuevo. Era parte de la cultura del aguante», recuerda.

 

Sin embargo, dos decisiones claves esa noche fueron las que salvaron su vida. La primera: decidió ir al baño antes de que comenzara el recital. “Pensé que sería mejor cuando ya empezara, pero algo me dijo: ‘No esperes, anda ahora’. Si me hubiera quedado en el primer piso, nunca habría bajado”, comenta.

 

La segunda decisión fue correr cuando el fuego empezó a propagarse, antes de que la gente comprendiera lo que estaba sucediendo. “Vi que el techo comenzó a incendiarse, caían trozos ardientes. Corro por el espacio que se formó en la pista, con la única opción de acercarme a la salida”, recuerda.

 

El caos de la tragedia

En medio del pánico y la desesperación, Luciano perdió de vista a su amigo Diego. El humo y el calor lo aplastaron, su respiración se volvía cada vez más difícil. Pensó que no lo lograría, pero logró mantenerse en pie. Cuando escuchó los desgarradores gritos de “¡Abran las puertas!” y vio que la gente se desmayaba, la situación se volvió aún más aterradora.

 

“Pensé que me estaba muriendo. Luego de un momento, la presión humana empezó a aflojar y, con el resplandor de luz de un bombero, pude salir de Cromañón. Fue un volver a nacer”, dice. Al salir, recordó a su amigo Diego y logró encontrarlo entre la multitud. Se abrazaron, agotados pero vivos.

 

El largo camino de sanación

Luciano recuerda las semanas posteriores a la tragedia como un período de dolores físicos y psicológicos. “Durante los primeros días escupía un líquido negro debido al humo inhalado en el incendio. Me hicieron nebulizaciones y no necesité internación”, relata. Sin embargo, las secuelas psicológicas empezaron a aparecer, desde alucinaciones hasta pesadillas recurrentes sobre el fuego.

 

La culpa fue uno de los mayores obstáculos. “¿Por qué no me morí yo?”, se preguntaba. La terapia le permitió ir superando ese sentimiento, y también ayudó el poder de la militancia. En 2013, junto a otros sobrevivientes, fundó la Coordinadora Cromañón, una organización que busca la reparación integral para las víctimas y sus familias. Luciano cuenta que la militancia le permitió sentir que había hecho algo por los demás, en lugar de quedarse atrapado en la culpa por lo que no pudo hacer esa noche.

 

Logros de la militancia

Recientemente, la Coordinadora logró una victoria histórica cuando la Legislatura porteña aprobó la reforma de la Ley 4.786, que asegura asistencia económica vitalicia para los sobrevivientes y las familias de las víctimas. “Con la militancia siento que devolví lo que no pude hacer esa noche. Todos los que pasamos por esa experiencia merecemos vivir mejor”, afirma Luciano.

 

Escribir para sanar

Luciano comenzó a escribir sobre su experiencia poco después de la tragedia. Lo hizo como una forma de sanar y organizar sus recuerdos. Diez años después, su investigación periodística dio como resultado el libro «Cromañón: Las cenizas siguen ardiendo» (Editorial Jusbaires), que recopila más de 60 testimonios de sobrevivientes, familiares, médicos, psicólogos y sociólogos.

 

El 11 de diciembre de 2024, el libro fue presentado oficialmente. Luciano y su coautor, Facundo Martínez Reyes, lo concibieron como una obra imprescindible para las futuras generaciones, una forma de preservar la memoria de lo ocurrido en Cromañón.

 

La serie de Cromañón

Luciano también colaboró en la serie de televisión Cromañón, que dramatiza los sucesos de la tragedia. Aunque la serie fue polémica para muchos, Luciano resalta la importancia de que el tema vuelva a ser parte del debate público.

 

El 30 de diciembre de 2024: 20 años después

A dos décadas de la tragedia, Luciano reflexiona sobre el antes y el después de Cromañón. “Perdí muchas cosas, entre ellas, la alegría. No soy el mismo, pero trato de parecerme más al que era. Vivo mi vida de otra manera, con mi familia, mis hijos. He aprendido a no hacerme problemas por casi nada. Soy más feliz ahora que antes”, concluye, con una sonrisa que refleja la resiliencia que lo ha llevado a superar tantas adversidades.

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