Crisis del consumo: almacenes advierten caídas superiores al 20% y crece el fiado

Gestionar un almacén y vender mercadería en el actual contexto de crisis económica es todo un desafío hoy. La caída de ventas en estos establecimientos oscila entre el 17% y 20% a nivel nacional, según la Federación de Almaceneros de Buenos Aires (FABA) como consecuencia del deterioro del poder adquisitivo. Y, a la par, se incrementa con fuerza la modalidad del fiado.

En los comercios de proximidad se refleja la peor cara de la crisis, dado que son los locales los que suelen acudir a comprar alimentos y productos de primera necesidad los sectores sociales más bajos, que son los más afectados por la inflación.

Luego de un primer trimestre marcado por la licuación de los ingresos, la recuperación de los salarios es insuficiente y heterogénea. En este sentido, el Gobierno puesta a revitalizar un bolsillo por medio de la continuación del sendero desaceleración de inflación como única medida prácticamente.

El mercado no reniega de esta meta, pero sí cuestiona las expectativas del ministro de Economía, Luis Caputo, de alcanzar el 1% en septiembre o incluso 0% a fin de año. De todos modos, la inflación acumulada hasta junio de 79,8% e interanual de 271,5% bastó para debilitar los ingresos de la población.

La pérdida de poder adquisitivo superó todos los niveles de restricciones diarias y aleja al consumidor de la necesidad más básica: adquirir alimentos y bebidas y así se refleja en los almacenes.

Minimizar compras y llevar fiado: una dinámica creciente en los barrios

Según Fernando Savore, vicepresidente de la FABA, “la gente minimiza sus compras” y hace hincapié en cambios en la modalidad de pago: “No era habitual abonar, por ejemplo, $6.000 con tarjeta de crédito, pero ahora se hace”, relata.

Además, menciona que una escena que se repite cada vez con mayor frecuencia es la de clientes preguntándole al cajero “¿cuánto va?” por cada producto que pasa por el lector. “Muchos dejan algunos alimentos en la caja porque ven que se pasaron”, cuenta Savore. El problema es qué dejan: no descartan, como se podría pensar, compras de segunda necesidad, sino de primera, como puré de tomate, leche o frutas y verduras.

En ese sentido, Savore indica que “fin de mes llega el día quince» y no, el treinta, como debería. Y es que, a principio de mes, cuando los clientes cobraron su sueldo, “llevan la marca que acostumbran comprar”, pero en la última quincena adquieren solamente la más barata.

Esto también se genera por el cambio en la composición del presupuesto familiar, hoy cooptado por el incremento tarifario de los servicios públicostransporte y aumento de otros servicios, como el colegio, la prepaga o la misma tarjeta de crédito. “Queda menos para comprar los alimentos y vivir”, asegura Savore.

Por esto mismo, asegura el integrante de la Federación de Almaceneros que el fiado vuelve a instalarse como una modalidad de endeudamiento en los comercios de proximidad.

La crisis se extiende a otros puntos del país

Esta realidad se extiende a otras provincias del país, que se encargan de reflejarla a través de cifras que encienden alarmas.

Por ejemplo, la provincia de Córdoba exhibe una dinámica de consumo de bienes esenciales, caracterizada por compras cada vez más acotadas, falta de alimentos básicos en la dieta familiar y aumento del fiado en los comercios de barrio.

Según el Centro de Almaceneros y Comerciantes Minoristas cordobeses, el 57,7% de los hogares no pudo acceder a la totalidad de los alimentos de la Canasta Básica Alimentaria (CBA).

A su vez, de aquellos que sí pudieron hacerlo, solo el 25,3% lo hizo con recursos propios y el 74,7% restante debió ser asistido con algún tipo de ayuda estatal.

Muchos argentinos saltean comidas y piden fiado

Mientras tanto, un 47,7% de los hogares, por falta de recursos, tuvo algún miembro que se salteó alguna comida (desayuno, almuerzo, merienda o cena).

Sin embargo, quizás sea este el dato más relevante, porque reinstala una dinámica de endeudamiento en la compra de productos: el 89,4% de los hogares financiaron alimentos. De este porcentaje aparece el fiado como la opción más utilizada, con un 44,7%, y luego sigue la tarjeta de crédito para el 33,3% de los encuestados.

Hasta el año pasado, el ranking lo lideraba la tarjeta de crédito, pero los plásticos ya están colapsados, la gente gastó su cupo. Por eso, el fiado, que estaba limitado solo a trabajadores no registrados, hoy lo usan casi todos”, advierte Germán Romero, titular de la entidad.

De todos modos, producto de la baja en las ventas y el incremento de los costos fijos, el fiado “también tiene un techo” puesto que no todos los comercios tienen la espalda para otorgar esta posibilidad porque “están pasando horas muy críticas”. “Con el fiado también subió mucho la morosidad y la incobrabilidad”, cuenta el representante del Centro de Almaceneros.

¿Cuándo llegará la recuperación a los comercios más pequeños?

Si bien entiende que el consumo tuvo un leve repunte en julio, destaca que aún se encuentra “en mínimos históricos” y que la recuperación total demorará “mínimamente dos años”. De momento, el cierre de los comercios no es mayoritario, pero sí se observa que se prescinde de la mano de obra “cada vez más”.

El dato que maneja la cámara que nuclea almacenes, pero también carnicerías, verdulerías y fiambrerías, es 26,8% de caída de ventas en julio a nivel interanual. La cifra supera la estimación a nivel nacional.

En Córdoba, el piso de caída de consumo se registró en abril con un 30,2%. Esa baja se fue acotando, al punto tal que entre junio y julio las compras crecieron un punto y medio, según Romero. “Pero todavía seguimos en un subsuelo histórico”, aclara el comerciante.

Las crisis económicas generan realidades comunes pero abordajes diferentes. La manera en la que un almacén o comercio de proximidad pueda soportar la recesión dependerá de distintas variables, como puede ser la espalda financiera.

Donde no se fía, se ofrecen promociones y descuentos

Gustavo Garrópoli, presidente de la cooperativa Amistad, cuenta que en su caso no pueden vender al fiado porque “sería un suicidio” debido al nivel de costos y baja de las ventas.

En cambio, el titular de la cooperativa registra que cada vez más compradores financian alimentos con tarjetas y “aprovechan todas las plataformas de descuentos”. “La mercadería de consumo masivo pasó a ser cara para el salario que cobran los trabajadores. Hoy comer duele”, lamenta Garrópoli.

Esto mismo destaca una gran empresa alimenticia que opera en el país. La rentabilidad, en pos de vender bajo promociones y descuentos, es cada vez menor. Sin embargo, pareciera no tener opción: según el último relevamiento semanal de una consultora de consumo masivo reconocida, la semana medida entre el 29 de julio y 4 de agosto marcó una variación de -21,3%.

Fuente: ÁMBITO

Por: Graciela Herrera

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