El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silvase encontraba «estable» y «sin secuelas» este martes en la unidad de cuidados intensivos de un hospital de San Pablo, después de ser operado de urgencia de una «hemorragia intercraneal» producto de una caída que sufrió hace dos meses. Aunque el mandatario de 79 años está consciente y habla con normalidad, su traslado de urgencia a San Pablo no parece ser un dato anecdótico. Podría haber sido operado en el Hospital Sirio Libanés de Brasilia, adonde fue trasladado inicialmente, pero esto no ocurrió, lo que deja entrever la gravedad de la situación.

«Pronto volverá a trabajar»

La primera dama, Ronsangela «Janja» da Silva, demostró en un posteo el martes por la tarde que se vivieron momentos de tensión. «Luego de una exitosa cirugía, la angustia de esta noche dio paso a la tranquilidad y la certeza de que, con la dedicación del equipo médico, y la fe y el amor de la gente, pronto volverá a trabajar», escribió Janja en Instagram para luego agregar: «Quien ama cuidar a la gente, está recibiendo todos los cuidados necesarios para una pronta recuperación. Pronto volverá».

Ni Janja ni los dos ministros que hablaron el martes en nombre del gobierno brasileño, el ministro de Comunicación, Paulo Pimenta, y el ministro de Relaciones Institucionales, Alexandre Padilha, se refirieron a que Lula estuvo al borde de la muerte, aunque fuentes del Partido de los Trabajadores (PT) en el Congreso deslizaron a este diario que estuvieron con el corazón en la boca.

Los médicos que lo trataron explicaron que Lula se sintió indispuesto y con dolor de cabeza el lunes, por lo que realizaron una resonancia magnética que mostró una hemorragia intracraneal, consecuencia de la caída que sufrió hace unos dos meses. «El sangrado fue entre el cerebro y la membrana duramadre. Fue removido, el cerebro descomprimido y las funciones neurológicas preservadas», detalló el neurocirujano Marcos Stavale.

En conferencia de prensa, su médico y hombre de confianza en términos de salud, Roberto Kalil, fue preguntado acerca de por qué Lula fue trasladado del Hospital Sirio Libanes, uno de los establecimientos más prestigiosos de medicina privada del país, de Brasilia a San Pablo. Y Kalil, que es un hombre muy moderado, de expresiones siempre contenidas, dijo que se trataba de una decisión médica. Le preguntaron nuevamente si esto quería decir que el Sirio Libanés de Brasilia no cuenta con el equipamiento que hay en San Pablo, pero Kalil volvió a repetir, esta vez de forma más ruda, que se trató de una decisión médica.

Esta intervención deja a Lula con un cuadro de salud vulnerable, si se considera que tiene 79 años. En cualquier caso, lo importante es que su evolución es favorable. Solo habrá otro parte médico este miércoles, a menos que haya una involución dramática de último momento. Se informó que Lula recibirá el alta probablemente la semana que viene, pero no está confirmado.

Lula va a seguir drenando y permanecerá en terapia intensiva por lo menos 48 horas después de la cirugía que finalizó en la madrugada del martes, alrededor de las 3:30. El dispositivo de drenaje continúa con él, es decir, se mantiene en terapia intensiva con una sonda por la que sigue circulando sangre. Lula no dejó el cargo, es decir, sigue siendo presidente, aunque el vicepresidente Geraldo Alckmin cumple funciones como tal y este martes recibió al primer ministro de Eslovaquia, Robert Fico.

En declaraciones a la radio Gaúcha, el ministro de Comunicación Paulo Pimenta expresó: «En principio estamos considerando que no habrá necesidad de un apartamiento (temporal) formal del presidente». La Constitución brasileña prevé que el vicepresidente puede asumir temporalmente las funciones del jefe del Estado, pero no especifica quién debe tomar tal decisión, ni los criterios que deben observarse.

Un presidente hiperactivo

La intervención de Lula se dio a partir de un coagulo sucedido como consecuencia de la caída en el baño que sufrió el 19 de octubre, lo cual confirma que en su momento Lula dijo la verdad. Hubo quienes sospecharon equivocadamente que estaba exagerando el golpe para no viajar a Rusia, donde debía participar en la cumbre de los Brics. Su equipo médico le recomendó entonces que no realizara viajes de larga distancia tras sufrir una «lesión contundente en la región occipital».

Posteriormente el presidente encabezó los actos de la cumbre de líder del G20 celebrada a mediados de noviembre en Río de Janeiro, que inauguró con un discurso en el que puso el foco en la lucha contra el hambre, la crisis climática y sus críticas a la inversión en guerras en detrimento de cuestiones que afectan a las poblaciones más vulnerables. Además Lula recibió a decenas de mandatarios, entre ellos el estadounidense Joe Biden y el chino Xi Jinping.

Lula asumió su tercer mandato en enero de 2023, después de haber ocupado la presidencia entre 2003 y 2010. A poco menos de dos años de las próximas elecciones, en octubre de 2026, existe la percepción generalizada de que aspirará a la reelección. Aunque Lula cree que todavía es muy pronto para hablar de eso, en noviembre dijo que varios partidos lo apoyan y que, cuando sea propicio, lo discutirá «con mucha sobriedad y seriedad».

Pero Lula también dijo, en la misma entrevista con la CNN, que espera que se dé una «gran renovación política» en Brasil para que no sea necesario que vuelva a ser candidato. El exmandatario de ultraderecha Jair Bolsonaro, de 69 años y su rival más visible, manifestó sus intenciones de postularse, aunque la justicia electoral lo inhabilitó hasta 2030 por desinformar sobre el sistema de votación electrónico.

Lula mantiene un intenso ritmo de trabajo, con viajes constantes por el vasto territorio de Brasil y eventos oficiales en los que ofrece largos discursos. A menudo alardea de su buen estado de salud, señalando incluso que se siente mejor que nunca y que quiere «vivir hasta los 120 años». También publica videos haciendo ejercicios físicos en el entorno de la residencia presidencial de la Alvorada. Pero su historial de problemas de salud creció en el último tiempo.

En septiembre de 2023 Lula fue operado de la cadera para colocarse una prótesis completa y aliviar un dolor que lo aquejaba desde hacía más de un año. El mandatario, que perdió un dedo meñique cuando trabajaba en una fábrica metalúrgica, sufre de artrosis, un desgaste en los cartílagos que revisten las articulaciones y que puede limitar el movimiento. En 2011 fue diagnosticado de cáncer de laringe y logró una total remisión el año siguiente, tras someterse a radioterapia y quimioterapia. Tras ser elegido para su tercer gobierno, en noviembre de 2022, le retiraron de la laringe una lesión no maligna.

Mensajes de apoyo para Lula

Varios gobiernos latinoamericanos expresaron su solidaridad con el referente de la izquierda regional, incluidos los de Nicaragua y Venezuela, con quienes recientemente tuvo desencuentros. «¡Nuestro abrazo hermano Lula! ¡Estamos Contigo!», afirmó el presidente venezolano, Nicolás Maduro, en un mensaje en Telegram. Su par cubano, Miguel Díaz-Canel, deseó una pronta recuperación «al hermano presidente de Brasil», en sintonía con el mandatario de Bolivia, Luis Arce.

A través de un vocero del Consejo de Seguridad Nacional, el gobierno estadounidense expresó en la red social X: «Nos complace saber que la operación de esta mañana ha ido bien y le deseamos una pronta recuperación». Desde el continente europeo el jefe del gobierno español, Pedro Sánchez, trasladó a Lula su «plena disposición para trabajar juntos en favor de la paz, la igualdad y la justicia social», y concluyó su mensaje al exlíder sindical en portugués: «Boa sorte, meu amigo».