Desde hace 23 años, cada 26 de septiembre se conmemora en Argentina el Día del Bastón Verde, símbolo que identifica a las personas con baja visión. La fecha recuerda la sanción de la Ley N° 25.682 de 2002, que instituyó esta herramienta como instrumento de orientación, movilidad y reconocimiento social para quienes conservan un remanente visual.
El bastón verde —que lleva bandas refractarias— se diferencia del bastón blanco utilizado por las personas ciegas y del bastón blanco con franjas rojas, destinado a personas con sordoceguera. La elección del color remite a la palabra “ver” y simboliza esperanza.
En San Juan, la jornada tiene un doble motivo de celebración: la Asociación Civil “Baja Visión San Juan” (BVSJ) cumple cinco años de vida, y también se festeja el segundo aniversario del club de lectura inclusivo “Ratones de Biblioteca”. El encuentro central se realiza este viernes a las 17.30.
“Es fundamental que la sociedad reciba información sobre la baja visión. Antes de la existencia del bastón verde, muchas personas eran cuestionadas por conservar un resto visual. Todo era producto de la falta de información”, explicó Natalia Robledo, presidenta de BVSJ.
¿Qué es la baja visión?
Se trata de una limitación visual que dificulta tareas cotidianas como leer, escribir, desplazarse o reconocer rostros, incluso con la máxima corrección óptica. Puede tener origen en enfermedades o accidentes, y afecta tanto la agudeza como el campo visual.
La ley busca garantizar rehabilitación, inclusión social y oportunidades laborales para este colectivo.
Cómo ayudar a una persona con baja visión
Robledo compartió algunas recomendaciones para situaciones cotidianas:
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Identificar a una persona con bastón verde o chapa distintiva.
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Ofrecer ayuda al cruzar una calle, nunca tomar del brazo sin preguntar primero.
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Dar indicaciones claras con referencias espaciales (izquierda, derecha, metros o cuadras).
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Avisar ante riesgos domésticos, como ventanas abiertas o cambios de lugar de objetos.
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Favorecer la autonomía sin reemplazar innecesariamente sus tareas.
Cinco años de trabajo en San Juan
“Baja Visión San Juan” nació en plena pandemia de la mano del profesor Paolo Muñoz, quien padece retinosis pigmentaria. Desde entonces, el grupo creció hasta reunir a unas 20 personas que promueven la concientización, generan espacios de encuentro y articulan con instituciones públicas y privadas para mejorar la accesibilidad.
Además de su labor informativa, la agrupación impulsa actividades culturales y recreativas, como los clubes de lectura inclusivos “Ratones de Biblioteca”, que funcionan en la Biblioteca Chirapozú y en la Casa Natal de Sarmiento.
Un mensaje para las familias
Robledo dejó un mensaje a los familiares de quienes transitan esta condición:
“Es un proceso muy duro porque implica cambiar sueños, metas y objetivos. Pedimos paciencia, amor y consideración hacia la persona con baja visión, que no eligió esta condición pero la acepta y trata de vivir con ella. La contención familiar es clave: no se trata de hacer las cosas por ellos, sino de ayudar para que puedan seguir sintiéndose capaces”.
POR LIC. EUGENIA VILA
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