Avi Loeb sostiene que el cometa 3I/ATLAS podría ser una nave interestelar inteligente

El astrofísico de Harvard volvió a plantear que el objeto descubierto en julio no sería un cometa común, sino un artefacto de posible origen tecnológico que se desacelera a medida que se acerca al Sol. Los indicios que alimentan su teoría.

Desde su descubrimiento, el cometa 3I/ATLAS ha generado desconcierto entre los astrónomos. Detectado el 1 de julio de 2025 por un telescopio del proyecto ATLAS en Chile, fue catalogado como el tercer visitante interestelar registrado en la historia. Su paso por el Sistema Solar despertó un intenso debate debido a una serie de comportamientos que se apartan del patrón de los cometas conocidos.

El cuerpo viaja a 60 kilómetros por segundo y alcanzará su punto más cercano al Sol el 29 de octubre, a unos 210 millones de kilómetros, para luego acercarse a la Tierra el 19 de diciembre, sin representar peligro alguno.

Un cometa que desafía los modelos conocidos

Desde las primeras observaciones, 3I/ATLAS mostró una “anti-cola”, una emisión de material dirigida hacia el Sol en sentido opuesto al habitual. Este fenómeno, inédito hasta ahora, llevó al astrofísico Avi Loeb a considerar la posibilidad de que se trate de un objeto de origen artificial. Según su interpretación, esta estructura podría actuar como un mecanismo de frenado o empuje controlado, algo que lo distinguiría de cualquier cometa natural.

El investigador, reconocido por su participación en el Proyecto Galileo de la Universidad de Harvard, ya había sido protagonista de debates similares al plantear que ‘Oumuamua, el primer objeto interestelar detectado en 2017, podía haber sido una sonda enviada por otra civilización. También vinculó en 2023 esférulas metálicas halladas en el Pacífico con fragmentos de un cuerpo interestelar de características tecnológicas.

Composición y comportamiento anómalos

El análisis espectroscópico de 3I/ATLAS reveló una composición química atípica. Su anti-cola contiene dióxido de carbono, agua, trazas de cianuro y una aleación de níquel no registrada en la naturaleza, aunque conocida en procesos industriales humanos. A esto se suma su actividad a grandes distancias del Sol, cuando la mayoría de los cometas permanecen inactivos, y una polarización de la luz reflejada más extrema que la observada en cualquier otro cuerpo similar.

El cometa también cambia de color conforme se acerca al Sol, lo que indica variaciones en los gases emitidos y sugiere una estructura interna compleja. Estas anomalías llevaron a Loeb y su equipo a sostener que el objeto podría tener un origen no natural.

Órbita y alineación inusuales

La trayectoria hiperbólica de 3I/ATLAS confirma su origen interestelar. Sin embargo, su alineación casi exacta con el plano de la eclíptica, la franja por la que orbitan los planetas, plantea nuevas incógnitas. Para el grupo de Harvard, esta configuración podría facilitar la aproximación de una inteligencia extraterrestre hacia la Tierra, dentro del concepto de “modestia cósmica”, que propone considerar la posibilidad de vida inteligente más allá del planeta.

Un fósil cósmico de gran tamaño

Los estudios estiman que el cometa tiene una edad cercana a los 10.000 millones de años, lo que lo convierte en una cápsula del tiempo del universo temprano. Su núcleo, de aproximadamente 20 kilómetros de diámetro, sería el objeto interestelar más grande detectado hasta ahora.

El Telescopio Óptico Nórdico confirmó recientemente la formación de una cola convencional a medida que se aproxima al Sol, con una energía liberada estimada en 33 gigavatios. Imágenes captadas por la NASA desde Marte aún no fueron publicadas por razones administrativas.

Observación continua y debate abierto

La Red Internacional de Alerta de Asteroides (IAWN) mantiene activo su seguimiento. Aunque no representa amenaza alguna, el cometa ofrece una oportunidad excepcional para observar un cuerpo interestelar en detalle y analizar su comportamiento frente a la radiación solar.

Entre finales de octubre y noviembre, 3I/ATLAS será visible nuevamente desde la Tierra. Se desplazará desde la constelación de Virgo hacia Leo, permitiendo nuevas mediciones que podrían ayudar a determinar su verdadera naturaleza.

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