Cuando el cardenal Jorge Mario Poli corrió los bancos y abrió espacio en la lujosa Catedral porteña a una mesa para dar una cena a los pobres causó un alto impacto. Por lo bajo se dijo que todo contaba con el guiño del papa Francisco frente al escándalo con los alimentos no estregados a los comedores por parte del Ministerio de Capital Humano. Y la prensa nacional no dudó en calificar esta maniobra de la Iglesia con el inicio de la “guerra Santa” de los curas contra la ministra del área, Sandra Pettovello. Luego hubo misas donde la militancia peronista copó la celebración litúrgica con cánticos en contra el gobierno de Javier Milei. “La Patria no se vende”, fue la frase de cabecera, la misma con la que el kirchnerismo y la izquierda llevan sus quejas a las calles. Ahora, a menos de una semana de los cánticos contra Milei en una iglesia del barrio porteño de San Cristóbal, la escena se repitió en Constitución. Otra vez, una misa se transformó en un acto militante kirchnerista, donde se cantó la marcha peronista al grito de “La Patria no se vende”.

En esta ocasión, la situación fue más grave aún porque de la ceremonia participaba el obispo auxiliar y vicario general de Buenos Aires, monseñor Gustavo Carrara. A partir del incidente, el arzobispado tuvo que salir a pedir disculpas.

El hecho ocurrió el viernes -Día del Barrendero- en la parroquia Inmaculado Corazón de María donde se realizaba un homenaje al sacerdote Mauricio Silva, desaparecido en 1977 mientras trabajaba como barrendero. De la ceremonia participaron trabajadores del rubro, junto a dirigentes gremiales y sociales.

En un video filmado durante la misa se pudo ver cómo varios fieles y sacerdotes entonaron a viva voz el cántico “La Patria no se vende”, que es utilizado por la oposición al Gobierno nacional y adoptada por el amplio arco de curas villeros.

“Como celebrante principal asumo la responsabilidad, y pido humildemente disculpas al que pudiera sentirse ofendido por el mismo”, expresó Carrara.

Sobre el hecho puntual, se desmarcó e indicó que se trató de algo que comenzó espontáneamente desde el público. “Antes de la bendición final, fui sorprendido por una señora que empezó a cantar ‘la Patria no se vende’, muchos de los presentes en el templo continuaron el canto por un minuto. Interrumpí, hice la oración y di la bendición y el saludo final”, se justificó.

Carrara sostuvo que entiende que “algún fiel sencillo podría verse confundido, o incluso molesto por esta situación”, la cual “puede interpretarse como politizar partidariamente la celebración de la Eucaristía, que es sacramento de unidad”, alegó.