El vino pierde terreno: caen las ventas y crece la preocupación en la industria

Con un mercado interno en retroceso y exportaciones debilitadas, el sector vitivinícola enfrenta una de sus crisis más profundas. Cambios de hábitos, pérdida del poder adquisitivo y nuevas bebidas desplazan al vino del consumo cotidiano.

La industria vitivinícola argentina, y particularmente la sanjuanina, atraviesa uno de sus momentos más complejos de los últimos años. Las ventas, tanto en el mercado interno como en el exterior, siguen cayendo, y los expertos advierten que se trata de una crisis con múltiples causas: desde cambios culturales y de consumo, hasta problemas estructurales y económicos.

El último informe del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) confirma la tendencia preocupante: en julio de 2025, las ventas de vino en el mercado interno cayeron un 13% interanual, mientras que las exportaciones se desplomaron un 21%. La situación no es nueva, pero sí cada vez más alarmante.

El consumo, en su nivel más bajo

El consumo per cápita anual en Argentina apenas alcanza entre 16 y 17 litros, lejos de los 26 litros de hace 15 años, y aún más distante de los 80 litros por habitante que se consumían en los años 70. Aunque el contexto socioeconómico actual hace inviables esas comparaciones, el retroceso es evidente.

En San Juan, uno de los pilares de la vitivinicultura nacional, el panorama es aún más duro: en julio se vendieron 55.746 hectolitros al mercado interno, lo que representa una caída del 41,3% interanual. El 75% de ese volumen corresponde a vinos sin mención varietal, también conocidos como vinos de consumo diario, que bajaron un 45,3% respecto al mismo mes del año anterior.

“El vino ya no es un producto de primera necesidad. El consumo está deprimido y el producto ha perdido visibilidad”, explica Gustavo Samper, presidente de la Cámara Vitivinícola de San Juan.

Causas múltiples, una sola consecuencia

La caída del vino responde a múltiples factores, tanto a nivel local como internacional. Uno de los más señalados es el cambio en los hábitos de consumo, especialmente entre los jóvenes, que optan por bebidas más livianas, sin alcohol o consideradas “saludables”.

“Hoy los jóvenes no tienen al vino como referencia habitual. Lo consumen en ocasiones especiales, pero no como parte de su rutina”, explica Pedro Pelegrina, presidente del Consejo de Enólogos de San Juan.

A esto se suma la tolerancia cero al alcohol en la conducción, que limita el consumo en reuniones y salidas. También la amplia oferta de bebidas alternativas, como cervezas artesanales, bebidas energizantes, hard seltzers, aperitivos listos para consumir y cócteles envasados.

“El mercado se atomizó. Hace 20 años no había tanta competencia en góndolas. Hoy las familias tienen muchas más opciones y menos dinero”, analiza Diego Sánchez, enólogo de Bodega Graffigna.

Exportaciones en picada y pérdida de competitividad

A nivel internacional, el escenario tampoco es alentador. Las exportaciones de vino argentino cayeron un 21,1% en volumen en julio. El vino a granel, que representa una parte importante del negocio exterior, se desplomó un 50%, afectado por la falta de competitividad frente a países como Chile, España e Italia, que venden a precios más bajos.

El vino fraccionado también sufrió una baja: 11,3% menos en volumen y 16,1% menos en valor FOB. Solo el mosto concentrado mostró números positivos, con un crecimiento del 7,2% acumulado entre enero y julio.

Los varietales resisten, pero no alcanzan

El impacto más fuerte se da en los vinos sin mención varietal, los más consumidos por sectores populares. De la caída total, 66,6% corresponde a estos vinos, lo que revela que son los sectores más vulnerables los que han dejado de comprar vino. En contraste, los varietales –aunque también en baja– muestran una caída más moderada (23,6% en San Juan).

Los espumosos, en tanto, crecieron un 37,5% en volumen, aunque siguen representando un porcentaje mínimo del total de ventas.

Formatos y tendencias

El Tetra Brik, asociado a segmentos populares, creció un 35% en exportaciones, aunque representa apenas el 6,6% del vino fraccionado. El formato Bag in Box, que se impone en algunos países europeos como una opción sustentable y económica, cayó un 77,5%, lo que demuestra que Argentina aún no logra posicionarse en este segmento.

Ante este escenario, las bodegas están apostando a la diversificación de productos: vinos más accesibles, etiquetas jóvenes, vinos orgánicos, biodinámicos, sin intervención, y otros formatos pensados para públicos específicos. También se trabaja en la valorización de los terroirs y la identidad de los valles sanjuaninos.

Pero los esfuerzos no alcanzan. La crisis económica, el encarecimiento de productos básicos y la pérdida del poder adquisitivo empujan al vino fuera de la canasta básica del consumidor promedio.

“El vino pasa a ser un producto no necesario. Y además se lo penaliza socialmente por los accidentes de tránsito. Falta una política de promoción que seduzca al nuevo consumidor”, sostiene Hugo Carmona, ingeniero agrónomo y exvicepresidente del INV.

Conclusión: ¿crisis o cambio de paradigma?

Más allá de la coyuntura económica, el sector reconoce que enfrenta un cambio estructural en los hábitos de consumo, que exige una transformación profunda. La industria vitivinícola debe repensar su estrategia para no quedar rezagada frente a nuevas generaciones que ya no ven al vino como parte de su identidad cultural cotidiana.

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