“¡Vivan los científicos y tecnólogos argentinos! ¡Viva la ciencia argentina!”, fueron las palabras que eligió Alberto Kornblihtt para cerrar su discurso este lunes al recibir el premio de la Fundación Bunge y Born 2025 en Bioquímica y Biología Molecular. La Sala Argentina del Centro Cultural Kirchner estalló en una ovación para el investigador de Conicet y docente emérito de la Universidad de Buenos Aires (UBA), un reconocimiento y festejo no solo de su inmensa carrera, sino de su solidaridad y compromiso político por la ciencia argentina, en un contexto en el que “estamos viviendo una aniquilación del sistema científico-tecnológico”, según afirmó en su discurso. En la ceremonia también fue galardonada con el premio estímulo de la Fundación María Laura Mascotti, doctora en Biología de la Universidad Nacional de San Luis (UNSL). Las trayectorias de ambos científicos coinciden en su formación en la universidad pública y en la elección de llevar adelante sus investigaciones en el país, a pesar de haber recibido ofertas de los laboratorios más prestigiosos de Europa o Estados Unidos.

“Nuestro objetivo es hacer ciencia de nuestro país y no ser adláteres de grupos del extranjero. Ser científicos de industria argentina”, dijo Kornblihtt, emocionado, al subir al estrado después de recibir la medalla y el diploma de la Fundación. Fueron frases que recuperó de Héctor Torres –en sus palabras, su “maestro”, quien dirigió su tesis doctoral y que estuvo presente en la premiación–, y del matemático Adrián Paenza. También citó al premio Nobel y fundador del galardón en 1963, Bernardo Houssay, para denunciar la “aniquilación” que impulsa el gobierno de Javier Milei sobre el sistema científico tecnológico en Argentina: “la ciencia no es cara, cara es la ignorancia”, afirmó. Terminado el evento, Kornblihtt resaltó en diálogo con Página/12 la importancia de la marcha federal educativa de este miércoles: “mi expectativa es que logremos que el Poder Legislativo corrobore la anulación al veto del presidente, que los diputados y senadores mantengan su voto original. De otra forma el sistema democrático dista de funcionar bien”.

La ceremonia de entrega de los Premios de la Fundación Bunge y Born es un hito fundamental de la ciencia argentina, desde que fueron fundados en 1963 por Houssay. Fue una noche dedicada a homenajear a dos científicos de trayectorias excepcionales, aunque el contexto de recorte presupuestario en ciencia y en educación superior sin precedentes que atraviesa el país le dio un marcado tenor político. El propio Jorge Born, presidente de la Fundación, hizo referencia a esta situación al dar apertura a la premiación: “la ciencia no es un gasto, es la inversión más estratégica que puede hacer un país en la sociedad”, subrayó Born y agregó que “la ciencia reduce desigualdades y construye futuro”. “Tenemos que construir una Argentina desde la ciencia, la educación y la cultura, esos son los pilares para construir un país mejor”, concluyó.

Gerardo della Paolera, director ejecutivo de la Fundación; María Laura Mascotti, Alberto Kornblihtt, la presidenta del jurado Raquel Chan y Jorge Born.

Kornblihtt dividió su discurso en tres partes. Dedicó los primeros minutos a agradecer a todas las personas que compartieron e hicieron posible su camino como investigador. Destacó que empezó a formar parte de la universidad pública en 1967, cuando ingresó al Colegio Nacional de Buenos Aires. Su agradecimiento se extendió a maestros de esa institución y de la facultad de Ciencias Exactas y Naturales; a integrantes de los grupos de investigación de los que formó y forma parte; a los más de 17 mil estudiantes que pasaron por sus clases; a los 23 tesistas de doctorado que dirigió; a colegas investigadores, técnicos de laboratorio, amigos y, por supuesto, a su familia, que lo aplaudía desde la primera fila.

En un segundo momento, se abocó a exponer de manera sintética los resultados de sus investigaciones sobre el “splicing” alternativo del ARN mensajero y el modo en que los descubrimientos de su indagación fueron utilizados para tratar la enfermedad neurodegenerativa llamada atrofia muscular espinal (AME). En esa etapa de su trabajo, recordó, aceptó la solicitud de Vanina Sánchez, presidenta de Familias AME Argentina (FAME Argentina), quien se acercó a su laboratorio para pedirle que aplicara sus avances en el estudio de la enfermedad. “Trabajar en algo relacionado con esta enfermedad me cambió la vida. Yo era un biólogo de laboratorio que de repente empezó a ver el sufrimiento de los familiares y el éxito de las terapias”, contó.

Finalmente, se abocó a describir la situación de crisis que vive el sistema científico tecnológico en Argentina, producto de la “aniquilación” que lleva adelante el Poder Ejecutivo en esa área. Mencionó la negativa del gobierno anombrar a 1600 jóvenes, que fueron “seleccionados competitivamente” para ingresar a carrera de investigadores en Conicet; la pérdida de poder adquisitivo de docentes, investigadores y becarios de más del 40 por ciento respecto a noviembre de 2023; la reducción del porcentaje del PBI dedicado a la función científica y técnica, que pasó del 0,35 por ciento al 0,15. En el mismo sentido, advirtió sobre el incumplimiento de la Ley 27.614, “votada por unanimidad en ambas cámaras del Congreso”, que establece que hacia 2030 el porcentaje del PBI destinado a ciencia debe llegar al 1 por ciento. Este año debería haber sido del 0,45, y es tres veces menos, sumado a que “los fondos se subejecutan”, señaló.

También denunció que “desde las más altas esferas de gobierno se promueve el desprecio por la ciencia y los científicos”, y “se discrimina ideológicamente en especial a las ciencias sociales”. “El gobierno ningunea la ciencia y la tecnología, que son el motor necesario soberano para salir de la primarización de nuestra economía”, afirmó.

La bióloga premiada María Laura Mascotti

“Debemos tener ciencia de calidad en nuestro país. No podemos dejar de financiarla para seguir mejorando nuestro sistema científico”, dijo en su discurso Mascotti. La ganadora del premio estímulo comenzó su carrera con la Licenciatura en Biología Molecular en la UNSL, en donde también se doctoró en Biología, y se formó también en universidades e institutos de Países Bajos, Reino Unido y Estados Unidos. Aún con propuestas para seguir su investigación en prestigiosas instituciones de esos países, Mascotti prefirió trabajar en Argentina. En la actualidad es investigadora adjunta de Conicet, en el Instituto de Histología y Embriología de Mendoza (IHEM-UnCuyo), donde fundó un grupo de investigación en Bioquímica Evolutiva con foco en el desarrollo científico nacional.

El punto de partida de su carrera fue la curiosidad por el origen de la vida y la investigación la llevó trabajar, a través de un enfoque interdisciplinario, en evolución molecular, bioinformática y bioquímica enzimática. El jurado del premio, integrado por un comité de científicos locales e internacionales, destacó como una de las características principales de su trayectoria la creatividad.  “La ciencia básica se construye lentamente, de manera colectiva y con mucho esfuerzo, articulando muchos saberes”, sostuvo Mascotti, y agregó que “no se puede apurar o presionar en su progreso, y, sin embargo, es la que hace posible que los desarrollos aplicados puedan ocurrir cuando los necesitamos”.

En ese sentido, remarcó que “la ciencia es una inversión que nos va a permitir tener un país mejor”, construir “una sociedad que viva en mejor relación con el ambiente que nos rodea” y “formar nuevas generaciones con una educación que les permita desarrollarse plenamente en el futuro”.

El director ejecutivo de la Fundación, Gerardo della Paolera, cerró felicitando a los científicos y coincidió con el planteo de Kornblihtt.