Monda de canales en San Juan: el trabajo invisible que asegura el agua para la producción
Cada año, cuadrillas limpian cientos de kilómetros de canales para que el riego no se detenga. En el proceso, enfrentan frío extremo, barro y residuos insólitos, desde basura domiciliaria hasta vehículos y armas.
En San Juan, una provincia donde el agua es sinónimo de vida y producción, la limpieza de canales —conocida como “monda”— es una tarea clave para garantizar que el riego llegue sin interrupciones a campos y hogares. Este operativo se desarrolla cada año durante los periodos de corta de agua, coordinado por el Departamento de Hidráulica, que invierte más de $1.688 millones para su ejecución.
Darío Juárez, titular de Deluxe, una de las empresas contratadas, cuenta que su firma lleva 11 años en el rubro y es la más antigua en actividad. En 9 de Julio, su equipo de 25 trabajadores limpia 88 kilómetros de canal; en Pocito, 70 personas cubren 159 kilómetros. Las cuadrillas arrancan su labor a las 6 de la mañana y pueden avanzar hasta tres kilómetros por día, dependiendo de las condiciones.
La tarea no es sencilla: muchas veces se trabaja sumergido en agua helada y barro, con temperaturas invernales. Por eso, se invierte en equipamiento especial como botas de goma, ropa de grafa, chalecos, guantes y overoles para las limpiezas más difíciles, especialmente dentro de sifones donde se acumula sedimento y basura. Un caso extremo fue el sifón de Ruta 20, que requirió dos días de bombeo para extraer el equivalente a 18 camiones cargados de residuos.
El panorama que dejan los trabajos refleja un serio problema ambiental: botellas, plásticos, cañas, neumáticos, aceite de motor y hasta desechos cloacales son hallazgos comunes. También han aparecido objetos insólitos como motores, electrodomésticos, armas, carteras robadas y hasta un caballo muerto.
Según Juárez, el impacto va más allá de lo estético: “Toda esa mugre viaja por el agua y termina en los cultivos. Piensen que con esa agua se riega la comida”. El operativo de monda, que se extenderá entre 90 y 120 días, es así una batalla silenciosa que no solo preserva la red de riego, sino también la salud de quienes dependen de ella.
Op: Juan Llarena
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