La cal sanjuanina se consolida como aliada clave de la minería chilena ante crisis de calidad local
Un informe oficial revela que la industria minera de Chile deberá importar cada vez más cal viva por la baja pureza de su producción nacional. San Juan ya abastece hasta 200 mil toneladas al año y su participación seguirá en alza.
La minería chilena atraviesa una encrucijada estratégica: la calidad de su cal viva, insumo esencial para la producción de cobre y litio, presenta deficiencias cada vez más pronunciadas. Un reciente informe de la Comisión Chilena del Cobre (Cochilco) advierte sobre un futuro inmediato con fuerte dependencia de las importaciones, donde la cal sanjuanina emerge como protagonista indiscutida.
Según el estudio, alrededor del 90% de la cal utilizada en Chile tiene como destino la industria minera, especialmente en los procesos de flotación del cobre y en el tratamiento de salmueras para la obtención de litio. Sin embargo, las formaciones calizas del país vecino poseen una composición geológica menos pura, lo que obliga a consumir más material para obtener el mismo rendimiento, eleva los costos y disminuye la eficiencia operativa.
A ello se suman los altos costos energéticos y el impacto ambiental de una cal de menor calidad, que requiere más emisiones por tonelada y genera problemas técnicos por acumulación de impurezas en los equipos de procesamiento. En un contexto global que exige mayor sustentabilidad a la industria minera, la situación genera preocupación.
En ese marco, la cal argentina —con fuerte presencia de San Juan— se posiciona como una alternativa sólida. Empresas como Caleras San Juan y Calidra han aumentado su presencia en el mercado trasandino, gracias a una materia prima más pura, eficiente y competitiva. “La cal argentina no solo es técnicamente superior, también genera menos emisiones y es más barata”, destacó el economista chileno Patricio Faúndez, uno de los consultados por Cochilco.
Los números proyectan una tendencia irreversible: para 2026, Chile necesitará 1,5 millones de toneladas de cal viva, pero su capacidad de producción apenas supera el millón. Y para 2032, el déficit será más pronunciado, con una oferta estimada de 780 mil toneladas frente a una demanda que seguirá en alza. Actualmente, entre 100 mil y 200 mil toneladas cruzan la cordillera cada año desde Argentina, y la cifra promete seguir creciendo.
Para Chile, la falta de una respuesta local podría traducirse en una dependencia estructural. Y para San Juan, representa una ventana de oportunidad que ya se traduce en más exportaciones, generación de empleo y consolidación como proveedor estratégico de la minería regional.
Op: Juan Llarena
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