Acueducto Gran Tulum: detectan pérdidas por US$50 millones y caños inadecuados
Desde OSSE confirmaron que 10 kilómetros de cañerías instaladas durante la gestión Uñac no eran aptas para el sistema de bombeo. La obra, clave para el abastecimiento de agua potable, quedó bajo la lupa por fallas técnicas y posible mal uso de fondos.
Uno de los proyectos más ambiciosos de infraestructura hídrica en San Juan atraviesa un momento crítico. Se trata del acueducto Gran Tulum, obra clave para garantizar el suministro de agua potable a gran parte de la provincia. Según reveló el vicegobernador Fabián Martín, se estima que se perdieron 10 kilómetros de cañerías, lo que representa un perjuicio de alrededor de US$50 millones.
La información surge de una investigación impulsada por OSSE (Obras Sanitarias Sociedad del Estado) en el marco de una batería de pedidos de informes solicitados por el oficialismo sanjuanino sobre la gestión de Sergio Uñac (2020-2023).
Los caños en cuestión, según detallaron desde OSSE, no eran aptos para el sistema de bombeo requerido por el acueducto. Estaban diseñados para el transporte por declive, es decir, por gravedad. Como consecuencia, debieron ser desenterrados y descartados, generando una pérdida millonaria de materiales y recursos.
La obra fue licitada por US$200 millones, financiada en partes iguales entre el Estado nacional y fondos internacionales provenientes de préstamos kuwaitíes y australianos. Los caños defectuosos se colocaron con dinero nacional, que alcanzó a cubrir la mitad del crédito comprometido para los trabajos.
Pero la situación se agrava. Desde el Gobierno provincial advirtieron que los nuevos caños colocados por la gestión anterior también estarían bajo sospecha. Aunque actualmente permanecen enterrados, se están sometiendo a un proceso de termofusión, y un informe técnico independiente —a cargo de una universidad fuera de la provincia— deberá determinar si cumplen con los requisitos para soportar presión de bombeo.
El estudio se conocerá en tres semanas, y su resultado será clave para definir la continuidad de la obra y establecer eventuales responsabilidades políticas o administrativas.
En tanto, la incertidumbre es total. El daño económico ya está calculado, pero aún resta saber si el acueducto podrá operar según lo proyectado o si deberá rehacerse gran parte del trabajo, con el consiguiente impacto en tiempo, presupuesto y abastecimiento para miles de sanjuaninos.
Op: Juan Llarena
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