De los cortocircuitos con CFK a la distancia con Milei: la relación del papa con los presidentes argentinos

Más allá de los vaivenes, el Papa nunca dejó de lado el diálogo con los líderes que ocuparon la Casa Rosada durante su pontificado, cualquiera fuera su color político.

Francisco, el primer papa latinoamericano de la historia, mantuvo una relación compleja y con vaivenes con los cuatro presidentes que gobernaron la Argentina durante su pontificado. Desde que fue elegido en marzo de 2013, Jorge Bergoglio llevó adelante una firme defensa de sus principios, pero nunca dejó de lado el diálogo con los líderes que ocuparon la Casa Rosada, cualquiera fuera su color político.

De la confrontación inicial con Cristina Kirchner, pasando por la formalidad con Mauricio Macri y la cercanía con Alberto Fernández hasta el distante vínculo con Javier Milei, las interacciones de Francisco con los jefes de Estado de su tierra natal reflejaron su adaptación y enfoque diplomático frente a los desafíos de la Argentina, un país profundamente católico pero también polarizado.

Cristina Kirchner: cortocircuitos y colaboración

Antes de su elección como pontífice, Jorge Bergoglio, entonces arzobispo de Buenos Aires, mantuvo una relación muy tensa con el gobierno de Cristina Kirchner. Sus críticas a las políticas relacionadas con la pobreza y la corrupción generaron fricciones tanto con la exmandataria como con su marido, Néstor.

El matrimonio presidencial, además de considerarlo el “jefe espiritual” de la oposición, llegó incluso a fogonear una campaña en la que se lo acusaba de ser cómplice de la dictadura. Bergoglio incluso llegó a declarar como testigo ante un tribunal.

Cristina Kirchner en una de las audiencias con el Papa Francisco. (Foto: Presidencia)

Sin embargo, tras su nombramiento como pontífice se produjo un acercamiento significativo entre Bergoglio y la ahora presidenta del PJ. El primer encuentro oficial entre el papa Francisco y Cristina Kirchner ocurrió el 18 de marzo de 2013, un día antes de la ceremonia de inicio del pontificado. Durante aquella reunión en la residencia Santa Marta, Cristina le regaló al Papa un equipo de mate y un poncho, símbolos de la cultura argentina. El gesto fue interpretado como un intento de fortalecer los lazos y dejar atrás las diferencias pasadas.

Efectivamente, Cristina dio entonces un giro y le llegó a decir -orillando las disculpas- que “tenía otra idea” acerca de él y le pidió ayuda para su gobierno. Francisco decidió entonces mirar hacia adelante y llegó a apuntalarla cuando consideró que estaba débil en el cargo: el recordado “hay que ayudar a Cristina” fue más que una preservación de la institución presidencial y del cumplimiento del plazo constitucional con el convencimiento de que una alternación generaría -como en 2001- una crisis que perjudicaría sobre todo a los más pobres. Por esa actitud, podría decirse que Francisco se inmoló políticamente ante muchos argentinos.

En poco más de dos años, Cristina y Francisco se reunieron siete veces en total: cuatro en el Vaticano y el resto en Brasil, Paraguay y Cuba. Estas reuniones, algunas de más de una hora de duración, reflejaron una relación en evolución, pasando de la confrontación a una colaboración más cercana en asuntos de interés común. A pesar de los desencuentros iniciales, ambos mantuvieron un diálogo respetuoso.

Con todo, la relación con Cristina no terminó del todo bien. En 2015, la decisión de la dirigenta de elegir a Aníbal Fernández como candidato a gobernador de Buenos Aires -resistido por los curas villeros- espantó a Francisco. Ello -sumado a la explotación política abusiva que Cristina hizo de su relación con él- llevaron a Francisco a cortar el vínculo.

Mauricio Macri: distancia y formalidad

La llegada de Macri -un político ubicado en la centroderecha- a la Casa Rosada en 2015 representó un cambio ideológico significativo respecto del kirchnerismo. Si bien su enfoque más moderado y conciliador facilitó un diálogo fluido con el Vaticano, su relación con Francisco estuvo marcada por una mayor formalidad y cierta frialdad en comparación con Cristina.

(Foto: EFE)

De hecho, el primer encuentro oficial entre ambos tuvo lugar en febrero de 2016 y duró aproximadamente 22 minutos, un tiempo considerablemente más corto que las reuniones que solía sostener con CFK. Las imágenes de este encuentro mostraron a un Francisco con semblante serio, lo que generó especulaciones sobre una posible tensión entre ambos líderes.

Es innegable que no tuvieron una buena relación: compartieron cuatro años en el cargo de jefes de Estado, pero solamente se vieron dos veces, en 2016.

La tensión venía de antes: cuando Macri era jefe de Gobierno le había reprochado el haber incumplido una promesa de apelar una decisión de una jueza que habilitaba el matrimonio entre personas del mismo sexo. De todas formas, cuando fue elegido papa, Francisco se ocupó de que estuviera en primera fila en la ceremonia de su asunción, pese a que Cristina lo había excluido de la delegación oficial.

Tras la elección de Macri como presidente, Francisco le atribuyó a miembros del gobierno no solo apostar a una relación distante con él, sino a “hacer campaña en su contra”, como se lo dijo en una ocasión al primer mandatario. En cambio, mantuvo siempre una relación cercana con otros dirigentes del PRO como Horacio Rodríguez Larreta, María Eugenia Vidal y Esteban Bullrich.

En su libro “Primer Tiempo”, Macri sugirió sutilmente que el pontífice había saboteado su aspiración a la reelección en 2019. Era habitual escuchar a ciertos analistas afirmar que Bergoglio alentó a la Iglesia a jugar a favor del Frente de Todos y que simpatizaba con cristinistas como Juan Grabois, a quien le otorgó un cargo en El Vaticano.

Las diferencias en enfoques políticos y económicos, especialmente en lo social, podrían haber influido en la dinámica de su relación. Aunque las interacciones fueron menos frecuentes y más breves que con Cristina, ambos líderes buscaron puntos de convergencia en algunos temas y siempre se mantuvo un respeto institucional.

Alberto Fernández: de la cercanía a la frialdad

La presidencia de Alberto Fernández marcó un nuevo capítulo en la relación entre el papa Francisco y los líderes argentinos. Fernández, un dirigente peronista avalado por CFK, llegó al poder con un discurso de unidad y diálogo, lo que facilitó un acercamiento inicial con el Vaticano.

El papa Francisco y Alberto Fernández, en una de las reuniones entre ambos en el Vaticano (Foto: Reuters)

Ya habían tenido una aproximación incluso antes de que Cristina le propusiera postularse a presidente, al verse dos veces con Francisco en El Vaticano. Durante la campaña, el sumo pontífice tomó distancia de todos los candidatos.

El primer encuentro oficial entre ambos fue el 31 de enero de 2020, en tono distendido. Alberto se ufanaba por entonces de su relación el Papa y aseguraba tener contacto directo con el pontífice. Pero, con el correr de los meses, su relación se fue tensando. El empeño del expresidente en impulsar la legalización del aborto alejó a Francisco, sobre todo por haber sacado la ley en medio de la pandemia, con una larga cuarentena que había agravado la ya deteriorada situación social. La Conferencia Episcopal Argentina el proyecto de Interrupción Voluntaria del Embarazo, expresando que buscaba “crear divisiones entre los argentinos”.

El segundo (y último) encuentro fue en mayo de 2021. En ese momento se dijo que discutieron la situación del país, incluyendo la gestión de la pandemia, la crisis económico-financiera y la lucha contra la pobreza. Es sabido que el exmandatario le pidió ayuda para la renegociación de la deuda con el FMI.

Siempre elogioso, Fernández eligió “Francisco” como nombre para el hijo que tuvo con Fabiola Yañez en abril 2022, en un claro homenaje al sumo pontífice.

Más allá de la insistencia de Alberto de mostrarse cercano al Papa, lo cierto es que el sumo pontífice no vio con buenos ojos que el entonces presidente usara su nombre en varias oportunidades para sacar rédito político; y ambos líderes terminaron más lejos que al principio.

Javier Milei: confrontación y diplomacia

El vínculo entre el papa Francisco y Javier Milei empezó mal. Antes de asumir la presidencia, Milei, un libertario conocido por sus críticas a la Iglesia Católica y su retórica antiestablishment, había emitido fuertes críticas hacia el pontífice, calificándolo de “representante del maligno en la Tierra”, “comunista impresentable” y “zurdo asqueroso”, entre otros insultos.

(Foto: EFE)

Sin embargo, tras su victoria electoral, Milei adoptó un tono más conciliador. A pesar de sus críticas previas, intentó acercarse al Vaticano por razones protocolares y estratégicas.

Primero, la noche en que Milei fue elegido presidente, mantuvieron un diálogo telefónico. Luego, en enero de 2024, el presidente le envió una carta al papa Francisco en la que le expresaba su deseo de trabajar juntos por “la paz y la prosperidad”. Y en febrero del mismo año finalmente se concretó un encuentro privado en el Vaticano que se extendió por aproximadamente una hora, en buenos términos.

La reunión fue interpretada como un gesto de buena voluntad por parte de ambos líderes, buscando superar las diferencias iniciales y establecer una relación de cooperación. No obstante, las posturas ideológicas divergentes entre el pontífice y el presidente eran insoslayables; y su vínculo no pasó de lo diplomático.

Fuente: TN

Rivero. C

Los comentarios están cerrados.