A los 72 años, en las horas previas a la Nochebuena, murió Alfredo Prior, uno de los más importantes artistas argentinos. También escritor y músico, fue un célebre exponente de la llamada generación de la democracia, la que en los años 80 impulsó con nuevos bríos el arte argentino.

Sus obras son icónicas, inmediatamente reconocibles por sus colores cargados y su pesada textura, integran un universo. Hecho de atmósferas un poco inquietantes, aunque no exentas de humor. Brumas cromáticas en las que se adivinan figuras (rostros) fantasmales, osos, clowns, napoleones, conejos, muñecos de nieve como infantiles.

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Se habla de Prior como del más literario de los pintores contemporáneos, y se había formado en Letras. Se definía a sí mismo como “el más abstracto de los pintores figurativos y el más figurativo de los pintores abstractos”. Y trasladaba poesías al lienzo.

Representó a la Argentina en la Bienal de San Pablo, publicó libros de poemas y textos de ficción (Cómo resucitar a una liebre muerta, El triunfo de Adriano, Elegías del Dino), integró un grupo de música experimental, Super siempre.

Prior presentó exposiciones antológicas por todo el mundo. “Es un escritor que publica sus textos, un músico que toca con colegas artistas, un performer que no les retacea el propio cuerpo a sus ideas”, escribió la crítica Eva Grinstein, curadora de la exposición “Alfredo Prior. Un verde pensar bajo una sombra verde” (Malba, 2010).

Mereció y recibió numerosos premios a lo largo de su vida por su trabajo. En 2021, el premio nacional a la trayectoria artística del Museo Nacional de Bellas Artes.