El acuerdo, renovado luego de la firma en 2019, durante el macrismo, enfrenta desafíos clave antes de entrar en vigor, incluida su ratificación parlamentaria en ambos bloques. Mientras tanto, Argentina vislumbra oportunidades en sectores como agroindustria, minería y energía
El reciente acuerdo entre la Unión Europea (UE) y el Mercosur marca un momento histórico para ambos bloques, tras más de 25 años de negociaciones. Sin embargo, este tratado no es completamente nuevo: constituye una renovación del pacto anunciado en 2019 durante la presidencia de Mauricio Macri, con la incorporación de nuevas cláusulas que reflejan las exigencias actuales, especialmente en términos de sostenibilidad y regulación ambiental.
”Desde el punto de vista jurídico-institucional, el de ahora es muy similar al acuerdo de 2019, pero se han sumado compromisos adicionales, como el requisito de no producir en zonas deforestadas. Estas exigencias han sido clave para que Europa avanzara en las negociaciones”, explicó Marcelo Elizondo, especialista en comercio internacional.
Pese a este avance, el acuerdo aún debe superar importantes desafíos antes de entrar en vigencia. Su implementación requiere la ratificación del parlamento de la UE y los países del Mercosur, un proceso que podría enfrentar resistencia en Europa, donde países como Francia y Austria han manifestado reparos. “La gran pregunta es cuándo entrará en vigor este acuerdo,” añadió Elizondo. “Las divergencias políticas y los obstáculos parlamentarios hacen que el proceso pueda extenderse por años”, remarcó.
De todos modos, el nuevo aval político a retomar el camino del acuerdo, luego de la incorporación de algunas adendas, permite pensar en que tal vez ahora los países puedan avanzar. Si ello fuera así, ¿cómo impactará en la Argentina? ¿qué efectos tendrá este acuerdo de libre comercio sobre sectores sensibles locales? ¿Y cuáles son los beneficios para la agroindustria?
En términos globales, el tratado consolida la posición del Mercosur en el comercio internacional. Dante Sica, ex ministro de Producción y titular de la consultora Abeceb, subrayó la importancia estratégica de esta asociación: ”Pasamos de acuerdos que cubrían menos del 9% del PIB mundial a casi el 45%, lo que posiciona al Mercosur en un nivel completamente distinto de integración global”, remarcó el economista.
El tratado abarca un mercado combinado de más de 700 millones de personas, con una eliminación gradual de barreras arancelarias que facilitará el intercambio de bienes y servicios entre ambos bloques. Sin embargo, Europa también ha asegurado la protección de sus sectores sensibles, como el agrícola, al incluir cupos y topes para productos agropecuarios provenientes del Mercosur.
Beneficios para la Argentina
La agroindustria argentina es uno de los sectores que más podría beneficiarse del acuerdo. Lorenzo Sigaut Gravina, de la consultora Equilibra, explicó: ”Este acuerdo mejora la conexión con un mercado enorme como el europeo, lo que representa una oportunidad para la agroindustria. Aunque persisten cupos y restricciones, sigue siendo un avance respecto a la situación actual”. Productos como carne vacuna, vino y frutas tienen el potencial de expandir su presencia en un mercado de alto poder adquisitivo. Además, el acceso a Europa podría generar inversiones en procesos de industrialización local, aumentando el valor agregado de las exportaciones argentinas.
En materia energética, en el contexto actual de crisis en Europa, la posición estratégica de la Argentina en recursos como el gas y el litio se vuelve aún más relevante. Al respecto, Sica planteó que el país tiene una “oportunidad única para consolidarse como proveedor de minerales, energía y alimentos para Europa, especialmente en proyectos como Vaca Muerta y la producción de litio”. “Este potencial de exportación energética podría atraer inversiones significativas, fortaleciendo la infraestructura nacional y generando empleo en sectores clave”, agregó.
Inversiones
A su vez, el ex ministro de Producción consideró que “hoy el comercio quizá no sea el mayor aporte que le puede hacer a la región, y en especial a la Argentina, este acuerdo, sino que está mucho más vinculado a la posibilidad de captar inversiones. Es un acuerdo muy equilibrado tanto en temas industriales como en temas agrícolas, por lo que creo que el gran ganador va a ser la posibilidad de fortalecer un proceso de inversión para transformar a la región, y en especial a la Argentina, en un gran proveedor de minerales, de energía y de alimentos para los próximos años”, señaló Sica, a su turno.
Para Elizondo, para el Mercosur, “este acuerdo tendrá alto impacto en algunos rubros, en particular el agroalimenticio, que tiene la Unión Europea un mercado significativo pero de productos de bajo valor agregado, y el energético, la Unión Europea está con un problema de abastecimiento energético después de la invasión rusa en Ucrania”. Y agregó: “Estos acuerdos bajan aranceles, integran mercados y generan un atractivo para las inversiones. Podría haber inversiones europeas en el Mercosur para producir en la región y abastecer los mercados europeos”, dijo.
El analista planteó además que el proceso de reducción de aranceles es gradual, tiene previstos plazos para que se adapten las industrias del Mercosur a un proceso de competencia, por lo que sostuvo que “generará mucho incentivo, no solamente para el comercio, las inversiones, también para el financiamiento y la integración en cadenas”. “Es un escenario en el que con la adaptación necesaria, procesos de inversión, convergencia tecnológica y acceso a competitividad de parte de las empresas del Mercosur puede generar una gran oportunidad para la salida hacia una integración de mercados. El bloque hoy tiene un ratio de exportaciones en relación a su producto bruto muy bajo, 15%, cuando el promedio en los bloques de integración en el mundo es 33%”, graficó el titular de la consultora Desarrollo de Negocios Internacionales (DNI).
Desafíos
A pesar de los beneficios, el acuerdo también presenta desafíos para las industrias argentinas, que deberán competir con productos europeos reconocidos por su calidad y estándares técnicos. Natalio Grinman, presidente de la Cámara Argentina de Comercio (CAC), advirtió sobre la necesidad de generar un entorno propicio para que el sector privado prospere: ”El Estado debe crear las condiciones para que las empresas incrementen su competitividad. Este acuerdo es una herramienta potente, pero no funcionará sin un marco que facilite la adaptación”.
Otro obstáculo es el endurecimiento de las exigencias ambientales y sanitarias por parte de la UE, que incluye la prohibición de productos de zonas deforestadas. Este punto podría limitar el acceso de productos agropecuarios argentinos, si no se realizan inversiones para cumplir con estos estándares. “Aunque el acuerdo representa un avance, Europa sigue imponiendo condiciones más estrictas para proteger sus sectores sensibles, lo que podría ser una barrera significativa para nuestras exportaciones”, opinó Sigaut Gravina.
“Lo vemos como un paso muy positivo institucionalmente y que colaboraría a la inversión en la Argentina. Habrá que estudiar en detalle los compromisos en términos de deforestación y sustentabilidad, entre otros, que fueron objeto de discusión del sector público de ambos bloques en los últimos tiempos”, afirmó el presidente de la Cámara de Exportadores (CERA), Fernando Landa, quien además puntualizó que “falta aún la etapa de ratificación, donde algunos miembros de la UE, como Francia, tienen sectores que siguen oponiéndose”.
En síntesis, el renovado acuerdo entre la UE y el Mercosur es un paso prometedor hacia la integración global, pero su impacto dependerá de varios factores: la ratificación parlamentaria, la capacidad de los sectores productivos argentinos para adaptarse y la implementación de políticas que fomenten la competitividad y la inversión.
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